Arte y Capitalismo

Por Marisol Marisol Fernández Recalde

El Capitalismo es un sistema económico que tiene vertientes políticas y sociales, en el que el capital predomina sobre el trabajo. El término lo utilizó Karl Marx a mediados del siglo XIX.

El primer teórico de este sistema fue Adam Smith, economista y filósofo escocés (1723 – 1790). Adam Smith no considera el egoísmo como determinante y asume que el interés y el enriquecimiento individual favorecen indirectamente e inconscientemente al bienestar general de la sociedad.

Relación Arte – Capital

 

Se inicia con un generoso patrocinio a artistas del Renacimiento. (Médici- Miguel Ángel- papado, monarquías).

El arte no es un reflejo pasivo y contemplativo de la sociedad y la ideología dominante.

En las Revoluciones democráticas burguesas (1776-1848) el arte expresa los objetivos revolucionarios de éstas. (David, Ingres, Gericault).

Aparecen las amenazas del ejercicio del poder del proletariado. La burguesía deja sus valores progresistas al ver en peligro su propia clase.

Conclusión

Desde sus comienzos, en el Renacimiento, el Capitalismo se valió del arte para sus propios fines. También en las épocas posteriores, se dio el caso que el arte asumió diversas posturas, a veces a favor y otras en contra del capitalismo. Esto se acentuó con la aparición de las diversas corrientes y escuelas artísticas en un lapso de tiempo corto. Pero cabe destacar que estas posturas revolucionarias del arte contra el capitalismo son en cierto modo incoherentes, porque a la vez que el arte es capaz de reflejar la moral y los valores espirituales, también puede prestarse a la deshumanización del ser humano, pues es el Capital el que mueve la producción y el interés del artista, con excepciones.

Las producciones artísticas, constantemente cambiantes, hacen que el capitalismo destruya antiguas y encorsetadas relaciones sociales, transformándolo todo a su conveniencia, incluso el arte. El artista, que hasta el momento es “venerado” y  “respetado”, que trabajaba directamente para un cliente, se convierte cada vez más en un trabajador asalariado, cuyos productos se lanzan a un mercado anónimo sujetos a las leyes de la competencia.

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