Pero será mejor remontarnos a esas fechas para ponernos al día. En enero del 2014, después de pasar casi dos años con fuertes brotes artríticos a diario, decidí ir a visitar a mi maestro de Acupuntura, José Luís Alabau, en Valencia. Su consulta queda bastante lejos de mi casa materna pero como a la tercera sesión ya me sentía con más energía, decidí que la próxima vez iría en mi bici de toda la vida (media hora de ida y media hora de vuelta). Las primeras veces supusieron un gran esfuerzo, llegaba a casa agotada pero me gustaba volver sentir esa sensación de cansancio por haber hecho deporte aeróbico. Poco a poco mis brotes artríticos iban aminorando tanto en cantidad como en intensidad e ir a su consulta se convirtió en un agradable paseo. Después de este subidón de energía, cualquier excusa era buena para coger la bici y moverme libremente por la ciudad como hacía en mis tiempos mozos. Me sentía toda una ‘chavala’. Y cuando regresaba a Menorca, al no tener bici (cosa que echaba de menos), andaba una hora diaria además de hacer mis estiramientos que consisten en un popurrí de yoga-pilates y, entre postura y postura, algunos ‘malabarismos’ de mi rubia pitufa…
En marzo, después de un mes y medio de tratamiento acupuntural y sesiones de biodescodificación, me sentía mucho mejor así que me animé a ‘trotar’ una media hora (echaba de menos correr, uno de mis deportes favoritos) y la otra media seguir andando. Era el vivo retrato de Chiquito de la Calzada, en serio, estaba totalmente oxidada, me sentía como una anciana… ¡Y pensar que hace 8 años corría a diario una hora sin ningún problema! Mi constancia y mi cabezonería (por no decir tozudez) vencieron al pesimismo y la decepción y así fue pasando el tiempo y lo de correr media hora a lo ‘Chiquito’ se convirtió en 45 minutos y luego en una hora de running, es decir, de correr en toda regla.
Hecho la mirada atrás (que tampoco es tan atrás) y aún me sorprendo de cómo aquellos brotes artríticos me invalidaban hasta para dar un simple paseo e incluso, en los días extremos, hasta para levantarme del sofá.
La guinda del pastel la puso mi hermana cuando en agosto quiso apuntarse a mi rutina diaria sin haber corrido antes. Lo que consideré que para ella sería un todo reto y una gran experiencia. En una de las primeras mañanas que corríamos juntas le dije: ‘Mi sueño es correr una maratón pero tendrá que ser en otra vida’. A lo que ella me contestó: ‘Si tanta gente lo ha hecho ¿por qué nosotras no vamos a poder? ¡Corramos una maratón!’
Su respuesta fue tan contundente que me recordó cómo actuaba y afrontaba la vida hace unos años cuando no tenía artritis. Pensaba que todo lo que uno se propusiera lo podía conseguir si realmente lo deseaba con toda su alma.
Desde ese día mi visión de ver y afrontar la vida cambió por completo y ahora vuelvo a confiar en que ‘querer es poder’, lo que significa: ‘Principio que relaciona la pasión por una meta con el método para alcanzarla’. Así que con la curiosidad de una niña me puse a investigar sobre la técnicas de correr ya que no estaba convencida de cómo lo estaba haciendo y entonces apareció Brian Mckenzie (fundador de Crossfit Endurance y autor de ‘Unbreakable Running’), partidario de correr punta-talón en vez de talón-punta y que, además, le da mucha importancia a aprender bien la técnica antes de comenzar a entrenar, sea el deporte que sea. Ésto me llevó al barefoot (significa ‘descalzo’) donde su técnica para mi cuerpo es mucho más cómoda ya que se corre desde el antepié y el talón sólo se apoya muy suavemente. El primer día del cambio de técnica tuve bastantes agujetas en los gemelos y los siguientes días fueron raros (mi cuerpo se resistía al cambio) hasta que poco a poco me fui habituando y adaptando a la nueva manera de correr. ¡Cómo nos cuesta ‘cambiar de rutina’!
Según dicen algunos expertos: ‘Talonear es una técnica defectuosa ya que hay una predisposición natural al choque. El avance del pie respecto al centro de gravedad del corredor es de 0,21m. Al chocar el talón con el suelo, según la tercera ley de Newton “Principio de acción y reacción”, el corredor recibe una fuerza de igual magnitud y sentido opuesto actuando en sentido contrario al de su avance. Todo esto se traduce en mayor impacto sobre la estructura del corredor (rodilla, tobillo, etc) y un mayor desgaste muscular y energético ya que hay más resistencia al avance.’ (www.saliracorrer.com)
Zapatillas minimalistas.
Aquí unas recomendaciones de esta web http://www.pieslibres.com/content/15-tecnica, que apoya el barefoot. Es la técnica que actualmente hago e intento perfeccionar día a día:
‘Los buenos corredores suelen aterrizar en la parte anterior y externa del antepié o del mediopié (4º y 5º metatarsos). Lo ideal es aterrizar con el pie prácticamente horizontal, de este modo no se sobrecargan los músculos de las pantorrillas.
Una vez apoyado el mediopié, permite que el talón descienda gradualmente para suavizar el aterrizaje del pie y la pantorrilla. Es cómo cuando saltamos y amortiguamos el impacto flexionando la cadera, la rodilla y el tobillo. De nuevo, el énfasis se centra en un aterrizaje suave, elástico y cómodo.
Hay que evitar el aterrizaje con el pie demasiado adelantado respecto a tus caderas. El apoyo de metatarso demasiado adelantado requiere más trabajo con los dedos del realmente necesario, añadiendo un estrés adicional a los músculos de las pantorrillas, al tendón de Aquiles y al sistema de arcos del pie. Lo ideal es que tus pies se apoyen en el suelo justo debajo de las caderas. Es similar a cuando se salta a la comba o se hace skipping en el sitio.
Si no estas seguro de cómo debes apoyar, prueba a correr totalmente descalzo sobre una superficie dura y lisa que esté libre de piedras o arena. Tus sistemas de feedback sensorial te informarán enseguida si lo estás haciendo bien. Por el contrario, si estás corriendo en superficies demasiado suaves cómo la arena de la playa o césped, no podrás percibir si tu técnica es la correcta.’
A mi lo que me convenció fue observar a mi hija correr. Los niños corren de metatarso-talón e incluso, a veces, cuando corren deprisa, el talón casi no toca el suelo. Luego al hacernos mayores vamos adquiriendo vicios, malas posturas, malos hábitos…
Mi hermana y yo corremos actualmente una hora y media y, además, una vez por semana hacemos 20 km para ya empezar a habituarnos a distancias más largas. Estoy muy orgullosa de mi misma, y por supuesto de mi hermana, ya que nuestro recorrido matutino no es nada fácil ni llevadero sino que tenemos que subir cuestas muy pronunciadas aunque tiene su recompensa ya que es muy entretenido y con vistas al mar.¡Qué más se puede pedir! Es una hora y media trabajada al máximo.
¿Quién me iba a decir a mi que volvería a tener el fondo y la capacidad cardio-respiratoria y no sentirme cansada cuando en enero de este mismo año me ahogaba con sólo 15 minutos en bici? No quiero cantar victoria pero empiezo a sospechar que mi cuerpo ya está finalizando una dura etapa. Una vez aprendida la técnica nos hemos comprado unas zapatillas llamadas minimalistas específicas para correr antepié-talón y así perfeccionar nuestra manera de correr: ‘No poseen drop o diferencia de altura entre el talón y el antepié, su flexibilidad es buena y no poseen refuerzos laterales o sistemas que controlen la pisada. La suela puede ser desde 13mm a 4 mm y su peso, unos 142-194 grs (dependiendo del modelo)’.
Así que en mi vida se acabaron las plataformas, las cámaras de aire y demás parafernalias ortopédicas. ¡Menudo cambio! Curioso que el profesor de Educación Física de mi sobrina, que acaba de comenzar el instituto, no pare de aconsejar e insistir a sus alumnos que tienen que llevar zapatillas con el talón lo más alto posible. No comment…
Si todo va bien, que así lo espero, os contaré mi gran aventura: Correr una maratón. Lo más seguro es que por tema logístico haga la maratón de Valencia.
Mi padre en la maratón de Nueva York de 1986. Las suelas de las zapatillas de los años 80 tenían muy poca diferencia de altura entre el talón y el antepié.
Mi padre ya sabe la noticia y está como un niño con zapatillas nuevas. Él lleva muchas maratones a sus espaldas y muchos kilómetros en sus pies. La maratón que más me marcó fue la de Nueva York de 1986, yo tenía doce años y recuerdo sus fotos de la llegada a la meta, del Central Park, de las Torres Gemelas, de Chinatown y del grupo de corredores españoles que decidieron ese año ir a la Gran Manzana. Ahora tiene 65 años y sigue saliendo a correr a diario una hora y media larga (digo ‘larga’ porque no tiene nada que ver con nuestra hora y media) y en pleno invierno lleva sus rockys de toda la vida (yo me pelaría de frío). Quiere correr la maratón con nosotras para apoyarnos y, la verdad es que, me hace muchísima ilusión.
Todo esto no podría ser sin la ayuda de mi hermana, que aprovecho para felicitarla por sus rápidos progresos, por sus ganas, por su tesón y por su apoyo incondicional. Gracias querida por querer compartir mi sueño. Y gracias a José Luis Alabau, un gran maestro y un artista con las agujas, a Esther Schimdt y sus sesiones de Biodescodificación, a mi madre por estar a las duras y a las maduras y, como no, a mi padre que con su actitud hacia el deporte, aprendí a confiar en mi misma y al ‘nada es imposible’.
Salud y Buenos Sueños Realizados.
Curiosidades: Según cuenta Wikipedia, el soldado griego Filípides en el año 490 a.C murió de fatiga tras haber recorrido unos 37 km desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria sobre el ejército persa, aunque en realidad recorrió desde Atenas hasta Esparta para pedir refuerzos, lo que fueron unos 225 kms. El mito ganó mucha popularidad y en honor a este se creó una competición con el nombre de ‘maratón’ que fue incluida en los juegos de 1896 de Atenas. Los 42.195 m por los que hoy día conocemos el Maratón datan del año 1908 cuando se celebraron los Juegos Olímpicos de Londres y la reina estableció, sin quererlo, esta distancia como la distancia oficial de la carrera de resistencia por antonomasia ya que esta distancia es la que separa la ciudad inglesa de Windsor del estadio White City, en Londres. Los últimos metros fueron añadidos para que la final tuviera lugar frente al palco presidencial del estadio. Inicialmente todos los maratones eran masculinos. Las carreras femeninas comenzaron en la década de 1970. El maratón femenino fue introducido en el calendario olímpico por primera vez en los Juegos de Los Ángeles 1984.
Nota: Para mi la palabra ‘maratón’ es como la palabra ‘mar‘, es decir, ambas pueden ser masculinas como femeninas.
Yo Isasi
www.nutricionencasa.com
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