Entrevista con el profesor Arturo Rolla, referencia internacional en el campo de la diabetes, quien inauguró la pasada semana un nuevo sistema que la Fundación para la Formación de la Organización Médica Colegial (FFOMC) y la Unidad Tecnológica de la OMC han hecho posible para la conexión simultánea de los Colegios de Médicos en cursos de formación, jornadas, reuniones, etc. a distancia
El pasado 11 de noviembre, la Fundación para la Formación de la Organización Médica Colegial (FFOMC) y la Unidad Tecnológica de la OMC, pusieron en marcha un proyecto innovador que permite la conexión interactiva y simultánea de más de 50 sedes distintas para la participación en jornadas, cursos, conferencias, reuniones, etc.
La puesta en marcha del mismo, con una sesión en la que participaron activamente 52 sedes distintas repartidas por toda España, contó con el apoyo de Bristol-Myers Squibb y AstraZeneca y congregó en las distintas sedes de los Colegios de Médicos a más de 1.500 médicos para escuchar y entablar posterior coloquio con el profesor Arturo Rolla.
Este experto del servicio de Endocrinología del centro Médico “Beth Israel Deaconess” y profesor de la Universidad de Harvard, está considerado como una referencia internacional en el campo de la diabetes, y ofrece en esta entrevista sus opiniones sobre esta enfermedad, auténtica epidemia del siglo XXI.
¿Realmente es la diabetes una enfermedad tan compleja?
Es mucho más compleja de lo que pensamos. Además, aunque la ciencia avanza mucho, ella lo hace mucho más rápidamente. ¿Por qué? Porque la diabetes tipo 2, en realidad, no es nada más que un eufemismo para decir obesidad: la principal fuerza que hace que avance la diabetes es la obesidad. Todo el planeta está comiendo más de lo que tiene que comer y no está haciendo suficiente ejercicio.
Podría, por tanto, prevenirse…
Hace 100 años, había muy poca diabetes tipo 2 y se daba en mayores de 50 años. Hoy hay muchísima, y ya se da en gente muy joven. ¿Qué ha pasado? El genoma no ha cambiado, pero sí lo ha hecho nuestro estilo de vida. Parecería entonces muy fácil decir ¡A prevenirla!, ¡Comamos menos y hagamos más ejercicio…! Pero eso no funciona. Parafraseando a Gandhi, el enemigo somos nosotros. Es la naturaleza humana, que nos lleva a comer cuando no tenemos hambre, nos hace comer más de lo que necesitamos y nos empuja a ser sedentarios.
Pero, ¿cuál es la relación entre obesidad y diabetes?
Todos nacemos con adipocitos, una especie de globitos especializados en acumular grasa. A medida que van acumulándola, estos adipocitos se van distendiendo hasta que, al no poder contener más grasa, la liberan. Y, liberada, se va a los músculos y al hígado. ¿Qué ocurre? Que un músculo lleno de grasa no necesita azúcar, así que no la capta y se hace resistente a la insulina. Esa azúcar queda flotando en la sangre… y eso es la diabetes. Lo mismo ocurre con el hígado: a medida que se va llenando de grasa comienza a producir azúcar. Pero no sólo eso, sino que también produce más colesterol malo. Y empezamos a sumar: colesterol alto, triglicéridos altos, arterioesclerosis, hipertensión…
Parecería, entonces, que lo malo no es el azúcar…
La diabetes es mala porque es diabetes, pero es peor por las malas compañías que atrae: obesidad, hipertensión, aumento del colesterol. Porque no sólo atrae a esos factores de riesgo, sino que los potencia.
Es preciso, por tanto, tratar la diabetes de una manera global…
Al hacer el diagnóstico de diabetes, se hace el diagnóstico de una muerte prematura. La diabetes no es sino un signo metabólico de que se avecina un infarto o un accidente cerebrovascular. Hay que hacer un control múltiple: controlar el azúcar, el peso, el colesterol, la presión arterial, evitar el cigarrillo… Porque nuestros pacientes con diabetes viven con azúcar alto, pero mueren de un coágulo en el corazón o en el cerebro. Y eso es lo que debemos intentar prevenir.
Con dieta, ejercicio…
…y medicación. Dieta y ejercicio son sumamente importantes, y esto lo digo con un poco de sonrisa si quiere; la verdad es que, con los años, me he vuelto muy cínico con respecto a ello y siempre digo que las dietas son como las religiones: todas son muy buenas, pero no las seguimos. Me he vuelto un poco cínico porque es muy difícil cambiar hábitos. Es, ya lo dije antes, la naturaleza humana. Luchamos contra uno de nuestros instintos más básicos, que es el comer. Recuerde que el pecado original fue comer... Así que en esta batalla necesitamos agregar más elementos, y ahí es donde viene la medicación.
¿Qué avances ha habido en los últimos años?
Son muchos los factores que llevan a la diabetes, y muchos los mecanismos que propician el aumento del azúcar. Hasta hace poco tiempo, tratábamos solamente un aspecto o causa de la diabetes. Ahora nos hemos dado cuenta de que, probablemente, sea mejor tratar varios aspectos simultáneamente con una combinación de fármacos… y, muy importante, comenzando lo antes posible. La idea es tratar de mantener el número de células beta funcionantes en el páncreas.
¿Es ese el objetivo?
Sí, porque la diabetes empeora debido a que vamos perdiendo las células beta; cuanto más podamos mantenerlas, mejor. Y la mejor manera que tenemos para ello es bajar el azúcar, pues el azúcar alto es muy tóxico para las células beta. Al disminuirlo, las células beta no mueren tan rápidamente: se mantienen en mayor cantidad por más tiempo.
Y, para ello, usted es partidario de la terapia de combinación…
Sí, se precisan combinaciones de varios antidiabéticos, entre ellos los inhibidores de la DPP-4, que tendrían que ir asociados a otros medicamentos. Tenemos fármacos que aumentan la secreción de insulina y otros que aumentan el efecto de la insulina en los tejidos. Al combinarlos, gracias a Dios, tenemos una adición de efectos que hace que no necesitemos dosis tan altas y se ataque a la enfermedad desde muchos ángulos.
¿Por dónde se perfila el futuro?
Tenemos que seguir intentando encontrar distintas maneras de tratar. Idealmente, en el futuro deberíamos tener algo de lo que hoy no disponemos: un modo de poder medir la cantidad de células beta que tenemos. No hay manera de saberlo hoy por hoy.
P: ¿Qué conseguiríamos?
De entrada, podríamos clasificar a los diabéticos tipo 2 en dos grupos: los que tienen más resistencia a la insulina y los que tienen una mayor disminución de células beta. Y comenzar a individualizar el tratamiento. Yo estoy seguro de que, dentro de algunos años, lo que nosotros llamamos diabetes tipo 2 va a ser 2a, 2b… La clasificación será mucho más fisiológica.
P: Entretanto…
Entretanto, seguimos avanzando lentamente. La solución más lógica sería que cambiáramos nuestro estilo de vida, y fíjese que difícil es. En ese sentido, yo no confío en la naturaleza humana frente a tanta comida fácil y con la tecnología que nos hace tener menos y menos actividad física.
Dada esa desconfianza, supongo que defenderá unos fármacos que faciliten la adherencia…
Sí. Sin duda es mucho más fácil tomar una pastilla que seguir una dieta y hacer ejercicio… Pero voy más allá: los dos efectos secundarios más serios que tiene el tratamiento de la diabetes son el aumento de peso y las hipoglucemias. Muchos de los tratamientos que disminuyen el azúcar, desgraciadamente aumentan el peso. Y eso lo hemos ignorado durante años, porque sólo nos centrábamos en bajar el azúcar.
¿Y las hipoglucemias?
Son uno de los grandes temores del paciente y otra importante razón de abandono terapéutico. Porque la hipoglucemia ocasiona una inseguridad vital tremenda y los pacientes temen conducir, temen desmayarse en una reunión…
Para terminar, doctor, ¿llegará un día en que se erradique la diabetes?
Yo siempre dije que esperaba ver su desaparición durante mi vida. Hoy me he convencido de que no la veré, aunque espero ver muchos más adelantos en su prevención y tratamiento.
Pero, ¿llegará ese final?
Sí. Porque, si no, va a acabar con la humanidad. Tenemos que tomarla muy en serio, sobre todo por sus implicaciones en el Tercer Mundo, en donde está aumentando muchísimo y sin prácticamente opciones para controlarla. La diabetes va literalmente a evitar cualquier progreso que se pueda dar en el Tercer Mundo. Así que debemos actuar y conseguir que, efectivamente, desaparezca. Pero no va a ser nada fácil, lo sé.
**Publicado en "Médicos y pacientes"