Nada más salir del hotel, a pocos metros hacia el paseo del puerto nos encontramos con el Café Ibn Rushd , donde tomamos un té a la menta buenísimo y aprovechamos su wifi para enviar recados a casa. En Marruecos el roaming no es gratuito como en Europa y la comunicación, si no quieres gastar más dinero, queda reducida al wifi de los hoteles o cafeterías.
Desde hace cinco siglos, las murallas de Assilah luchan por detener las aguas del océano Atlántico y cuidar de una bonita medina y sus calles animadas y coloridas que antaño como muchas otras ciudades de Marruecos tienen una larga historia de guerras y luchas. El estado actual se debe a la reconstrucción en 1691 por Muley Ismail después de la expulsión de los españoles y antes de los portugueses, los romanos y otros que la conquistaron.
Hay muchos otros espacios que visitar, el mercado tradicional, el zoco, la gran mezquita, el Palacio Raisuni, el bastión o mirador de Caraquia desde donde los habitantes y visitantes van a ver las puestas de sol. Una cúpula de color verde señala la Kuba de Sidi Ahmed el Mansur y un pequeño cementerio. Un paseo que os va a mostrar estampas preciosas y únicas junto a las playas al Atlántico que por supuesto también pisamos refrescándonos los pies en un bonito paseo.
De la ciudad nueva, solo pudimos ver el exterior de la Iglesia católica de San Bartólome construida por las misiones, la calle Ibn Batoutta que es como un mercadillo gigante donde se puede comprar de todo, o la avenida Hassan II que está llena de terrazas que sirven platos de pescado y cocina local, que finalmente te lleva a la plaza de Zalaka donde de nuevo hay un buen número de locales donde desayunar o comer.
La comida la hicimos junto a Julia, Espe, Fernando y Pedro en el Restaurante Casa Pepe . Con ese nombre podéis imaginar la nacionalidad de quien regenta el local y os aseguro que se come de lujo, la fritura de pescado, las carnes o la Pastela están riquísimas. Por supuesto como buen restaurante español, tenéis la posibilidad de probar la paella, nosotros decidimos degustar la comida de la tierra.
A la mañana siguiente, después de desayunar en la cafetería Le salon des Desserts despedimos esta pequeña pero bonita población y salimos con nuestro grupo TRAVELOVERS y nuestro autocar hacia la última parada, Tánger.