Lo sacaron del mar y nosotras lo atamos a la tierra con cuentas doradas. Una gran flor de metal lo vigila y lo cuida para que aquí no le falte de nada. Las piedras y el cuarzo blanco le abrigan y el cristal le deja espacio para que pueda mirar al cielo y el color azul le siga recordando su lejano mar de aguas turquesa.
Lo sacaron del mar y nosotras lo atamos a la tierra con cuentas doradas. Una gran flor de metal lo vigila y lo cuida para que aquí no le falte de nada. Las piedras y el cuarzo blanco le abrigan y el cristal le deja espacio para que pueda mirar al cielo y el color azul le siga recordando su lejano mar de aguas turquesa.