Atención Primaria y los siete enanitos

Por Doctorcasado


En el castillo sanitario vivía la bella Atención Primaria, princesa de probada virtud. Su madrastra la odiaba en silencio corroída por la envidia y las hemorroides. Una mañana de abril ordenó a un cazador que la llevara al bosque y terminara con ella cerrándole para siempre el presupuesto. El cazador viendo que la pobre muchacha estaba completamente desvalida y que de alguna manera su trabajo en el castillo era esencial se apiadó de ella y la dejó marchar con un presupuesto menguante, que acabaría con su vida en poco tiempo. Cuando rindió cuentas en los altos despachos a la madrastra le aseguró que el asunto se había resuelto a su satisfacción. Esta se carcajeaba de gusto al poder al fin gastar más dinero en pócimas, bebedizos y en centros de  alta tecnología donde poder aliviar su fealdad y sus miserias proctológicas.
La pobre Atención Primaria vagó muerta de hambre por el bosque subsistiendo con lo que los animalitos le iban dando de comer. Terminó descubriendo una casucha abandonada y tras llamar y hallarla vacía acabó durmiéndose encima de unos camastros. Los dueños de la misma eran unos enanitos del bosque que cuando la descubrieron dieron palmas de alegría. Ella despertó sobresaltada y les preguntó sus nombres para averiguar que se llamaban Sindicatín, Colegión, Sociedad científica, Foro de Tal, Foro de Pascual, Congresín y Universitón. El que más gruñía era Sindicatín pero poco caso le hacían. Foro de Tal y su gemelo Foro de Pascual decían siempre lo mismo a lo que Sociedad Científica se oponía sistemáticamente coreada por Congresín y Universitón que eran sus acólitos. Aquella casa era un completo follón y nuestra linda princesa no consiguió mucha ayuda pese a que dedicaba el día a limpiar el tugurio y hacer la comida para todos.
La madrastra terminó consultando el balance de gastos y se dio cuenta de que Atención Primaria seguía viva lo que la hizo montar en cólera. Decidió planear un ardid para el que se disfrazó de vendedora de manzanas de presupuesto en las que introdujo el veneno de la precarización, sobrecarga infinita, burocratización e informatización tóxica. "Esta mezcla acabará
con cualquiera", pensó. Y dicho y hecho se presentó en el bosque disfrazada de Consejera de Sanidad anunciando su producto:" ricas manzanas presupuestarias, sabrosas, exquisítas". Como Atención Primaria estaba famélica de lo poco que comía y de lo mucho que tenía que trabajar para los enanitos aceptó comerse el saco entero que la vieja bruja le ofrecía. Acto seguido entró en parálisis y cayó desplomada mientras la madrastra se alejaba de allí cantando un fandango.
Cuando los enanitos regresaron y vieron el desastre comenzaron a llorar desesperados. "Y ahora quien me pagará las dietas", "Quién pagará los recibos y las cuotas", "Esto será nuestro final". Terminaron metiendo el cuerpo en una urna de cristal donde se mantenía incorrupto mientras de alguna forma misteriosa seguía pasando consulta y dando servicio sin que nadie se explicara bien el milagro.
Los enanitos esperaron y esperaron a que llegara el príncipe pero al centro de salud no bajaba ni el Tato. Desesperados continuaban acusándose mutuamente y poniendo a caldo al personal del castillo en un discurso quejoso y apesadumbrado que todo el mundo terminó por ignorar.
Dicen que el Príncipe nunca llegó y tuvieron que conformarse con un Fondo de Capital Riesgo que pasó por allí y compró la urna de cristal con la princesa dentro por cuatro perras. Los enanitos se acabaron dispersando y sus protestas dejaron de oírse para solaz del bosque que estaba de ellos hasta la coronilla.