Hay palabras que me suenan a música celestial para quienes hemos tenido la suerte de crecer y vivir cerca de la mar; marengo, rebalaje, magón, resaca, taró, salitre….palabras y significados que me acompañan desde mi niñez, auténticas señas de identidad que reflejan la esencia de la gente de la mar, de los marengos, que han forjado el carácter y los sueños de mis mayores.
Ésa última palabra “Salitre” yo la definiría como “rastro salino que queda en la piel tras bañarse en el mar” que estoy totalmente convencida de que corre por mis venas; una compañía a la que me resulta difícil decir adiós porque me recuerda la relación eterna de mi familia materna con el mar. Ése mar que me enamora, que me cautiva, que me fascina, abierto e infinito, sin fronteras, libre; ésa mar que me aporta una indescriptible sensación de libertad, que cuando buceo me impregna de su maravilloso regalo, del salitre; salitre que me llevo a casa cuando me sumerjo en sus aguas impregnado en mi piel, o cuando me acerco y me rocía ésas gotas de agua al romper de las olas en el rebalaje.
Salitre regalo para el cuerpo, para y el espíritu y mi alma. Perfume malagueño, aroma de la mar.
Y a partir de ahora, para mí, la palabra SALITRE será sinónimo de restaurante, de taberna marinera, de una puerta a la despensa de la mar en Fuengirola. Un lugar donde un gran chef enamorado del mar refleja en su cocina su pasión por los productos marinos.
Su profesión de informático la dejó atrás, junto con su mujer Marta (ingeniero forestal) para embarcarse en ésa gran aventura: su propio restaurante, no sin antes estudiar en la Escuela de Hosteleria Jacaranda (situada en el distrito malagueño de Churriana, lugar con un significado especial para mi, todo sea dicho de paso) y desarrollar su vocación culinaria en restaurantes de Italia, Inglaterra y en otras provincias españolas, siempre como él dice, en continuo aprendizaje.
Pero la exigencia de rentabilidad, cambió la cocina de autor por una propuesta más popular, una taberna: SALITRE cuyo principal producto, es el atún rojo, proveniente de pesca sostenible y reglamentada de nuestras costas andaluzas; atunes de calidad excepcional.
Doy fe de la gran calidad que podemos comprar restauradores e incluso amas de casa, ya que donde yo suelo comprarlos, cada semana en el Mercado de Huelin, el puesto de Salvador, donde él o su hermano Paco ronquean un atún con ése arte ancestral tan arraigado en nuestra tierra y en la mar andaluza.
Allí, en su Taberna Salitre, éste chef apasionado por el mar, entregado, humilde, sencillo, brillante, transmite en sus creaciones la esencia de los productos marinos, ofreciendo la materia prima en su punto en un local acogedor, con una decoración y un entorno que me hace soñar y sentir el salitre de la mar malagueña.
Y probar también ésta obra de arte “Encajes de Camarones”, tortillitas de camarones o gambitas cristal malagueña que suele comprar en la Lonja de Fuengirola,
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
LOS PASOS A SEGUIR:
Pelar los ajos, cortarlos en trozos y en un mortero, junto con las hojas de perejil, un pelín de sal y las semillas de comino machacarlos de forma que se consiga una pasta lo más fina posible. Reservar.