Pedro - laperiferia | Murcia
El día que quise hacer un post ligero y se me atragantó.
Me explico.
Tenía muy claro que quería compartir esto, pero no he sabido nunca como. Hace unas semanas estuve en Auschwitz y Birkenau. Dos antiguos campos de concentración nazis. La historia es conocida, la hemos visto simulada mil veces en el cine. Y digo simulada porque llevo varios posts enfrentándome al tema y en cierto modo estos lugares tienen algo de eso en la actualidad. No porque no sean reales (en realidad un simulacro es real por definición), sino porque debemos hacer un ejercicio de ficción para imaginarnos una vida allí. No es difícil, pero una amargo sentimiento acaba por recorrerte de arriba a abajo. La arquitectura, que tantas veces se nos ha enseñado y repetido que debe ser un bien social aparece aquí en todo su horror.
Arquitectura y Moral. ¡Qué Dilema!
Siempre creí en la esperanza de la arquitectura, pero en Birkenau, amigos míos, no la hay. Llegar allí es la mayor sensación de vacío más grande que he sufrido. Para empezar su dimensión, 1000x700 metros. Y luego el paisaje.
Crees que nada puede impresionarte más en aquel lugar. Y sin embargo, y quizá volvamos al simulacro, la extrañeza reaparece en escena cuando ves aparecer una marea de autobuses cargados de jóvenes de 13 o 15 años, envueltos en banderas del estado de Israel, recorrer el lugar de la mano de profesores que les explican la historia, que rezan junto a ellos y les dicen como deben enfrentase a aquel lugar y lo que deben sentir... Y de algún modo me repito:
Moral y Arquitectura. ¡Qué Dilema!
Birkenau como el lugar del mito fundacional de Israel. Allí es donde nace, y por eso se peregrina a él. Y entonces pienso en Gaza o Cisjordania. Y en los trabajos de Eyal Weizman y su forensic architecture.
y ya no sé que pensar....