Ser padres no es tan fácil, pero tampoco es imposible, si se es padre/madre con conciencia de su responsabilidad total frente a la educación de los hijos.
Hay dos características adultas que no conjugan con ser padre/madre y la formación de la autonomía.
Son el perfeccionismo y la prisa.
Cuando se trata de crianza, el perfeccionismo impide a los padres aceptar que los hijos no pueden nacer perfectos sino que van mejorando como un proceso continuado de aprendizaje.
Los padres perfeccionistas dificultan la autonomía de los hijos. Como quieren que todo salga perfecto, impiden a los hijos valerse por sí mismos.
Creen que ellos lo hacen mejor (y seguro qué sí) y actúan por el niño para tener mejores resultados.
Necesitan practicar la tolerancia con el aprendizaje de sus hijos.
Si no toleran a sus niños ¿a quién van a tolerar?
¿Pero el niño? No aprende, no se atreve, no se vale por sí mismo. Y, de paso, además de quedar inútil, pierde la confianza en sí, en su valía y capacidad.
De la prisa conversamos en la siguiente entrada.