Soy Iñigo Manterola y nací en un pueblo de la costa guipuzcoana llamado Orio, hace casi 42 años. De vocación temprana, comencé a dibujar de niño y a los 8 años pinté mi primer óleo. Desde entonces no he parado. Hoy me considero multidisciplinar aunque donde más cómodo me encuentro es entre la pintura y la escultura.
Marcado por el quehacer de mi familia por parte de padre (soy hijo, nieto y biznieto de pescadores) enseguida me interesé por el mar y sus gentes. Se suceden en mis pinturas escenas de puerto, pesqueros y botes resueltos de diversas maneras en función de las diferentes etapas que he quemado en mi trayectoria. A menudo me piden que defina mi trabajo o que lo acote. No me gusta hablar de estilos. Hoy sé donde estoy pero no dónde estará mi cabeza en un par de años. De manera genérica, digamos que me siento cómodo en la figuración y la tomo como cimiento sobre la que construyo diferentes proyectos o ejercicios abstractos. Tras cada travesía vuelvo a la figuración. Pero ese transitar por la abstracción deja poso en el lenguaje figurativo, ayudándome a seguir creyendo en lo que hago y alentándome en mi empeño de no repetición. Uno de los dogmas en los que baso mi trabajo es la constante evolución.
Responder a qué es para ti el arte es complicado. Si se lo preguntamos a diez artistas obtendremos diez respuestas diferentes. La versión oficial explica que es la manifestación de la actividad humana mediante la que se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. Añadiría que es el resultado de la búsqueda de uno mismo, los deshechos originados en ese camino. Creo que todo artista busca encontrarse.
Mi fuente de inspiración no es más que mi construcción (maduración) como persona. Partiendo del contexto que he heredado, el pasado pesquero de la familia de mi padre y tomándolo como excusa y punto de partida, se dibuja mi vida. Y esto tiene reflejo en la obra. Sirva como ejemplo “CAMINO ENTRE DOS AGUAS, DE LA FIGURACIÓN A LA ABSTRACCIÓN”, un proyecto del año 2005 en el que partía de la comodidad de lo conocido, la figuración, para desnudarme como artista mientras caminaba por varias sendas hacia lo desconocido hasta entonces, la abstracción. Este proyecto coincidió en el tiempo con la gestación de mi paternidad y no fue más que el reflejo de dicha gestación en mi obra. Al igual que en el proyecto, me introducía en un terreno hasta entonces inexplorado por mi, buscando crear un paralelismo entre la abstracción y la paternidad.
A lo largo de mi trayectoria, como en la de cualquier otro artista, se han ido sucediendo épocas de ebullición y sequía creativa. En este momento me encuentro en plena ebullición, con muchos proyectos en la cabeza, tanto pictóricos como escultóricos. Este verano he mostrado mis últimas pinturas en Biarritz. El año 2016 presento primero en la Ciudadela de Pamplona y después en San Sebastián, un nuevo proyecto aun sin bautizar, en el que estarán presentes entre otras disciplinas la pintura, la escultura, la fotografía y una instalación.
Si me preguntaran qué huella aspiro a dejar en el mundo de las artes plásticas respondería que me trae al pairo. No me interesa. No malgasto mi tiempo y mi energía en eso. Solo pido que me permitan seguir buscándome, enseñar mis deshechos y vivir de ellos.
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