¿Avances en psiquiatria? La lobotomía

Por Joseafg

Hoy vamos a hablar de cuando en 1930 el médico portugués Egaz Moniz (premio Novel de medicina) y posteriormente, su seguidor, el estadounidense Walter Freeman, pensaron que los lóbulos frontales del cerebro no servían para nada. ¿Que utilidad va a tener un trozo de cerebro?
El doctor Egaz Montiz, basándose en los estudios con monos de Ferrier, decidió lesionar el lóbulo frontal de unos veinte pacientes con depresión, ansiedad y esquizofrenia crónica. Cuando en 1936 publicó los resultados de su estudio, seguramente "poco rigurosos", afirmaba que los pacientes no tenían síntomas, es más yo diría que "ningún síntoma", ni siquiera el de estar en este mundo.
El mayor eco se produjo en EEUU, donde el neurólogo Walter Freeman "mejoró" el método de intervención notablemente. Pero dejemos que nos lo cuente el:
La técnica consiste en aturdir a los pacientes con un golpe y, mientras están bajo el efecto del "anestésico", introducir con fuerza un picahielo entre el globo ocular y el párpado a través del techo de la órbita, hasta alcanzar el lóbulo frontal; en este punto se efectúa un corte lateral moviendo el instrumento de una parte a otra. Lo he practicado en ambos lados a dos pacientes y a otro en un lado sin que sobreviniera ninguna complicación, excepto en un caso un ojo muy negro. Puede que surjan problemas posteriores, pero parece bastante fácil, aunque ciertamente es algo desagradable de contemplar. Hay que ver como evolucionan los casos, pero hasta ahora los pacientes han experimentado un alivio de los síntomas, y sólo algunas de las nimias dificultades de comportamiento que siguen a la lobotomía. Incluso son capaces de levantarse e irse a casa al cabo de más o menos una hora.

Con este fantástico método se operaron, solo en EEUU a unas 10.000 personas en el año 1949 y a otras tantas los dos años siguientes.


Las "nimias dificultades" de las que habla Freeman son descritas por Rober Lowell (en relación a su paciente Lepke) de la siguiente manera:
Flacido, calvo, lobotomizado, erraba con una calma de cordero, en la que ni el más mínimo replanteamiento perturbaba su concentración en la silla eléctrica, que pedía como un oasis en su atmósfera de conexión perdidas...

El caso es que, contrariamente a lo que pensaban los cerebros de los que hablamos, el lóbulo frontal soporta el peso de la conciencia, la consciencia, los escrúpulos, el deber, lo obligación o la responsabilidad. Que son esas pequeñas estupideces comparadas con dejar de molestar al resto de la sociedad ¿verdad?
La era de la lobotomía se acabó cuando apareció la "panacea universal": Los tranquilizantes. Una manera más ética de conseguir los mismos resultados, pero sin utilizar un picahielos. Anular conciencias, pero eso sí, con más clase que Freeman, ¡Qué no se diga!