“Art too has a chance if the museums open themselves to the electrician who makes the fuse-board and the metal worker who makes the screw. Wonderful things happen outside art and the galleries should be open to these things”
Pese a que mucha gente concibe la creación artística como una forma de espectáculo producido en las grandes urbes e integrado como un engranaje más dentro de una maquinaria de naturaleza económica, política y/o turística, dicha perturbadora visión resulta, cuanto menos, incompleta. La relación entre lo artístico y lo social emerge inevitablemente para reivindicar el arte como el contexto idóneo en el que articular un discurso social y antropológico que resulte inspirador para todo aquel que lo sepa o quiera entender. Dicho discurso social subyacente en muchas obras de arte se ve en ocasiones contaminado, ensombrecido o difuminado por lecturas ideológicas de diverso calado que impiden que el mensaje sea transmitido correctamente y sin tergiversaciones. Muchas veces esos filtros ideológicos se encuentran en el público, quien puede rechazar o aborrecer una obra de arte por no sintonizar con su canon estético o por ignorar ciertas fronteras que el espectador no esta dispuesto a sobrepasar.
Sin embargo no son estos los filtros que nos interesan a la hora de explicar la obra del artista israelí Avital Geva, sino aquellos provenientes del artista en la realización de su obra. Admitiendo que la individualidad del artista y la autonomía de su arte son considerados bienes a proteger en sí mismos, Geva propone alterar estos principios aparentemente inmutables para sustituirlos por la idea de colaboración. Dicha colaboración entendida en su sentido más amplio, entre gente de distintos ámbitos y disciplinas (no únicamente del campo artístico) servirá para crear sistemas de organización alternativos a los dominantes hoy en día. Una vez que se limita convenientemente el ego del artista/creador el arte tiene la potencialidad de convertirse en un canal de unión ya que posibilita la creación de potentes sinergias para la colaboración.
No cabe duda de que este enfoque tan conceptual y político del arte proviene del hecho de que Geva aún viva y trabaje en el kibbutz de Ein Shemer, que lo vio nacer en 1941. Los kibbutz son esencialmente comunas agrícolas que ideológicamente suponen el máximo exponente de la utopía comunitaria. Surgieron sobretodo en base a las ideas de retorno a la tierra de Aarón David Gordon y el Sionismo Socialista de Dov Ber Borojov y Sirkin. Gordon, inspirado a su vez por Tolstoi, insistía en que un pueblo no puede ser libre si no produce su sustento por sí mismo, empezando por la producción agrícola, con lo que la redención del pueblo judío, debía pasar necesariamente, no por la formación de un Estado o el retorno a la tierra de Israel, sino sobre todo, por el retorno a la actividad agrícola. Con estas ideas neo-marxistas en la cabeza, el joven Geva cursó estudios de arte en Tel Aviv, donde organizó manifestaciones políticas y realizó obras de arte públicas con estiércol, llegándose a convertir en uno de los puntales del arte conceptual israelí de los ‘70. Para una de sus obras llegó a conectar el Museo de Israel en Jerusalén con su kibbutz mediante una serie de señales de carretera.
Sin embargo, tras quejarse del exceso de retórica y la falta de acción y pragmatismo de sus colegas, en 1978 Geva llegó a la conclusión de que el concepto tradicional del arte que manejaba era totalmente incapaz de solventar los problemas de la sociedad. Esto le hizo alejarse de los circuitos tradicionales del arte, y abandonar su carrera artística por completo. Durante varios años boicoteó exposiciones y museos, para crear posteriormente, bajo el patronazgo de la institución educativa Mevo’ot Iron la obra cumbre de su carrera, el Greenhouse Project, al que viene dedicando la mayor parte de su vida hasta la actualidad. Debido a la realización de este proyecto de índole profundamente social, son muchos los que dudan si Geva encaja efectivamente dentro de la definición de artista, a lo que el propio autor alegó que si bien es cierto que él no se considera a sí mismo un artista en la actualidad (puesto que considera más importante la educación y el medio ambiente), toda la inspiración para iniciar y llevar a cabo este proyecto fue fruto de una evolución en su actividad como artista, y que por lo tanto el Greenhouse Project debe considerarse como una auténtica creación artística ya que recoge la propia esencia de su modo de entender el tratamiento de las ideas y materiales en el arte.
Through the sense of partaking in the agricultural processes explored, I have opened up to the notion of seasonal time that I connect to a type of spiral, a cycle that also moves forward.
El proyecto en sí consiste en un auténtico invernadero experimental en funcionamiento instalado en el kibbutz de Ein Shemer que pretende hacer realidad una entidad utópica. Es a la vez un centro de estudios, un laboratorio, un punto de encuentro y un foro en el que desarrollar ideas que servirán como motor para la cultura del mañana. Se trata en definitiva, de un espacio agradable y socialmente útil, que a la vez debe considerarse como una gigantesca pieza de arte hiper conceptual que reflexiona sobre temáticas tan relevantes en Oriente Medio como son la tierra y el medio ambiente.
La vertiente social del proyecto es tanto o mas importante que la cuestión medioambiental. El kibbutz Ein Shemer, donde se encuentra la obra de Geva se encuentra en la localidad de Wadi Ara, poblada mayoritariamente por árabes israelíes. En una zona tan conflictiva como esta la contribución del Greenhouse Project para la convivencia resulta sorprendentemente efectiva. Los gestores no se entretienen en hablar del conflicto ni de las bondades de la coexistencia y de la tolerancia, sino que esta se pone en práctica directamente a través de proyectos de participación conjunta entre niños árabes y judíos. También se pretende integrar a jóvenes con autismo, a los que se les otorga unas nociones básicas de jardinería con el fin de que puedan vender en el kibbutz las plantas que cultivan.
“In The Greenhouse, we don’t speak about coexistence, but we are doing it. Arab and Jewish kids work together and through their mutual projects, they create something good. The children, who are young, don’t know about the conflict and they don’t care about it really…”
Noam Geva, hijo de Avital Geva y guía de The Greenhouse
La presencia de una réplica del Greenhouse Project (o Hamama, en hebreo) representando a Israel en la Biennale di Venezia de 1993 supuso un rotundo éxito. La propuesta de Geva de convertir el pabellón israelí en un invernadero experimental de 1.700 metros cuadrados en medio de un contexto artístico fue visto por muchos como el retorno de un modelo de artista comprometido con una ideología/utopía y con una misión eminentemente social, cosa que no se había visto durante la postmodernista década anterior. La obra también servía como una romántica y nostálgica seña de identidad del laborismo cooperativista sionista de Israel en un año caracterizado en lo económico por un acelerado proceso de privatizaciones de acuerdo con una ideología neoliberal predominante, y en lo político por la firma de los Acuerdos de Oslo entre el estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina.
Aunque la descontextualización de la obra dentro de un entorno artístico la privaba de muchas de sus funciones, los asistentes pudieron comprobar la existencia de un cosmos orgánico, capaz de unir cultura y naturaleza, dentro del invernadero. Además de una plantación de una variedad de trigo cuyos efectos terapéuticos están siendo estudiados, había plantas creciendo en tuberías huecas que habían sido recicladas como maceteros y cuyas flores y frutos colgaban en cascada en un notable espectáculo estético. Toda la flora era regada por un mecanismo de goteo instalado en el techo especialmente diseñado para el ahorro de agua. Las instalaciones también contaban con un pequeño estanque con cinco variedades de carpas, las cuales además de constituir una excelente fuente de proteínas servían para eliminar cualquier larva de mosquito en el agua, lo que ayudaba a prevenir las enfermedades y plagas provocadas por estos insectos.
La participación del invernadero de Geva en la Biennale atrajo la atención de numerosos agentes políticos y económicos de Europa y Japón, quienes le intentaron convencer para crear invernaderos de este tipo fuera de Israel. El artista se opuso en todo momento, ya que en su opinión es necesario que el mantenimiento de su obra sea un proceso lento, rutinario y reposado con el fin de lograr un correcto equilibrio entre todos los componentes del proyecto. Por ello un cargo como mero administrador burocrático de “franquicias” de su obra era una idea que no le atraía en absoluto al no ser compatible con el concepto que el artista tenía en mente. Además los gestores de un colegio de San Diego llegaron a visitar el invernadero en Israel, con el fin de implementar ciertas ideas para el sistema alternativo de educación High Tech High de California.
“My ability to take part in the agricultural and biological processes in the Greenhouse involves a quasi-naive concentration on them as the only way to study them. Thus I find new types of aesthetics, language, in other words – art that is revealed through practice… The research I am currently interested pertains to the plankton layer, a plant nourished by the process of photosynthesis. The nets that are hanged on top of the pond become a potential colony the moment they will be washed by water. That algae inhere the potent appearance of such places in which time has left its mark; places that embrace tiny life forms, (green) evidence of the sun’s constant presence and the traces of time that has already passed, and that is passing right now, from here onward… “
Este Greenhouse Project plantea un desafío dentro de los rígidos y cerrados circuitos interdisciplinares del mundo del arte, ya que actúa fuera de los convencionalismos del mercado artístico y de las estructuras academicistas. Esta obra no constituye un bien intercambiable ni valorable cuantitativamente; tampoco creará valor para un potencial inversor especulativo. Su intención es otra, el redefinir (o más bien borrar) la frontera entre el arte y la vida y la distinción entre el trabajo del artista “sofisticado” y el del granjero.
Esta es precisamente la idea que el artista quiere transmitir en las escasas obras que expone anualmente. En 2005, por ejemplo, Geva formó parte de la exposición Here Comes the Sun celebrada en el Magasin 3 del Stockholm Konsthall. Su obra Biofilters and Communities consistía