Este fin de año me ha hecho venir una reflexión:
Cuando niegas tus emociones, niegas una parte de ti.
Se puede decir más alto pero no más claro.
Aquí v
Preferimos ponernos una máscara para seguir adelante.
En general, en nuestra cultura se viven las emociones dolorosas como inquietantes y tendimos a evitarlas, en nosotros mismos y en los demás. Pero eso es otro tema.
En un principio, esta evitación es adaptativa para afrontar la situación. Pero, una vez pasadas las horas, cuando te reúnes con tu pareja o contigo mismo, en un sitio seguro y que te aporta intimidad, aflora el sentimiento...
Relájate y deja que fluya.
Porque ellas estan ahí para hacerte recordar lo importante que era esa persona o cómo te dolió ese acto. Está bien expresarlo.¿Sabéis por qué?
Si no lo haces, no se elimina.
Sólo lo escondes.
(Por cierto, llorar no implica que eres débil, ni incapaz. Sólo significa que eso es importante para ti y que te dolió.)Y sobretodo, id con cuidado.
Porque, ¿sabéis un secreto?
Las emociones hechan raices. E imaginad qué puede crecer de la tristeza profunda, el desemparo, el desespero, el desaliento, la ira,...
Y, como en muchas otras veces,
¡ Elegid qué queréis nutrir y hacer crecer!