La paella de marisco o de carne, el arroz meloso, el arroz con pollo, el arroz con verduras... Existen centenares de formas de preparar un buen plato de arroz amarillo. Pero, para que sea realmente bueno y saludable hay un requisito imprescindible: utilizar azafrán en vez de colorante alimentario ( tartracina). Sobre todo, porque este último puede llegar a tener efectos negativos sobre tu salud.
El azafrán es, probablemente, la especia más cara del mundo: el kilo de hebras cuesta a partir de 4000 euros el más barato (algo menos si es molido). El motivo de este precio tan elevado se explica por lo complicado de su producción. Cada bulbo de la planta tarda un par de años en florecer. Su recolección debe llevarse a cabo al amanecer, antes de que se abran los pétalos, para que no se deterioren sus únicos tres estigmas (las hebras de azafrán), que deben ser retiradas de la flor con mucho cuidado antes de que transcurran muchas horas desde su recolección. Esto implica que, para obtener un solo kilo de azafrán, es necesario recolectar alrededor de unas 200.000 flores.
Lo bueno es que solo necesitas muy poca cantidad para dar ese toque tan especial a multitud de platos realzando los aromas y sabores propios de lo que cocinamos, por lo que, de entrada, merece la pena. Pero es que, además, existen diferentes estudios científicos que ponen de relieve sus beneficios para la salud. En concreto, sus componentes (crocina, picrocrocina y safranal) presentan propiedades:
Además, favorece la movilidad de los espermatozoides, presenta efectos beneficiosos en pacientes con esclerosis múltiple, y alivia los síntomas del síndrome premenstrual.
Lógicamente, para que se produzcan todos estos efectos beneficiosos no es suficiente con la minúscula cantidad que se suele utilizar al cocinar. Las investigaciones se han llevado a cabo con extractos concentrados de los componentes básicos del azafrán. Pero eso no quita que, aunque sea en pequeñísimas dosis, el consumo de azafrán influya positivamente sobre nuestra salud.