La joven estaba asustada y hasta cierto punto parecía razonable: tras varios días de un catarro cuyos síntomas se habían abonado al crescendo, esta mañana y al poco de levantarse, notó que las manos se le habían puesto azules...
Tras la pertinente anamnesis y exhaustiva exploración se decide que el alcohol sería la base de un tratamiento que, aplicado mediante fricción suave, con toallita y sobre la zona afecta, acabó devolviendo la coloración natural a su piel.
Y aquí llega la moraleja, porque en esta ocasión cerramos con consejo: cuidado con los vaqueros "made in China", ocurre que con frecuencia destiñen, proporcionando a las manos una coloración azulada que sería necesario lavar...