Imagina un bocado suave, crujiente, cremoso, lleno de sabor.... Vale, deja ya de salivar que lo estás poniendo todo perdido, y vete a la cocina que se prepara en un abrir y cerrar de ojos.
Dicen que los portugueses le pusieron este nombre, unos porque era un plato de convento y otros porque es típico en Semana Santa, pero es que realmente sabe a gloria, así que más espiritual no puede ser. Y encima sencillo. ¡Vamos! ¿A qué esperas?
Aquí te dejo mi mini-vídeo con la receta resumida, para que veas que no hay trampa ni cartón.
Ingredientes:
- 350 g de bacalao desalado
- 1 patata grande
- 1 zanahoria
- 1/2 cebolla
- 1 diente de ajo
- laurel
- 500 ml de leche entera
- 1 cucharada de harina
- 2 cucharadas de mantequilla
- 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra (aove)
- sal, pimienta, nuez moscada
- 50 g de queso curado
- un puñado de perejil picado
Preparación:
- Ralla las patatas o córtalas en tiras muy finitas (patatas paja)
- Escalda el bacalao para poder desmigarlo y quitarle las espinas y la piel
- Pica la cebolla y la zanahoria muy finas
- Prepara una bechamel ligera: calienta la mantequilla con el aove y añade la harina. Sofríe hasta que empiece a tomar color y añade la leche caliente y, sin parar de remover, echa la sal, nuez moscada y pimienta.
- En un chorrito de aceite de oliva virgen extra de variedad picual o cornicabra, sofríe la cebolla con la zanahoria hasta que estén blanditas.
- Añade el ajo picado o machacado y el laurel
- Incorpora el bacalao desmigado, las patatas fritas, la bechamel y el perejil picado, y mezcla.
- Vuelca en una fuente de horno y cubre con queso curado rallado.
- Gratina hasta que esté dorado, y sirve con perejil espolvoreado por encima. ¡QUE APROVECHE!!