Después de visitar el Pantheon nos dirigimos al barrio latino a comer y acto seguido pusimos rumbo a la catedral de Notre-Dame. Es impresionante y muy bonita, lo que más me llamó la atención fueron las vidrieras y, en especial, los rosetones.
No visité mucho más, pero estuvimos más de hora y media en cada sitio y aunque parezca mentira, cansa :P
El tiempo no acompañó, porque llovió muchísimo, pero aún así la ciudad iluminada de noche y con lluvia le da un toque, digamos que, bucólico que me gusta mucho.