La debacle demócrata producida en la elección de un senador por Massachusetts que cubra la vacante dejada por Ted Kennedy, no ha sido fruto de la casualidad. Por primera vez en casi 60 años los republicanos ganan ese escaño en el Estado que los Kennedy han representado y manejado políticamente durante décadas, uno de los más progresistas de EEUU. Hace un año Obama ganó las presidenciales en Massachusetts con 27 puntos de diferencia sobre su rival republicano, y cuando hace unos meses se designó a la candidata democráta la ventaja de ésta era de 40 puntos sobre su adversario; la elección, sin embargo la ha ganado finalmente el republicano con una ventaja de 5 puntos.
¿Que ha pasado? Pues sencillamente que el globo Obama se ha desinflado estrepitosamente y en menos de un año, un verdadero récord. Barack Obama ha demostrado ser un hombre capaz de hacer bellos discursos, pero su gestión no se ha movido un ápice de la línea seguida por sus predecesores en el cargo. Ejemplos los hay a decenas: sucede que no sólo no se ha cerrado Guantánamo como prometió el entonces candidato a presidente, sino que tras el supuesto atentado de Detroit ese chupadero de seres humanos va a permanecer funcionando, ahora ya sin dudas ni encubrimientos; que la ansiada reforma a favor de una sanidad pública se ha dejado pudrir sin avanzar un palmo, hasta que finalmente la falta de una mayoría calificada en el Senado la va a mandar a la papelera, con gran alivio por cierto de los estrategas del partido Demócrata, que por su culpa veían peligrar algunas importantes fuentes de financiación del partido; que Irak y Afganistán siguen pudriéndose al sol, y que ni hay calendario de retirada de tropas ni la menor voluntad de acabar con esa payasada imperialista que es la llamada Guerra Mundial Antirerrorista; que en lo que respecta al multilateralismo, la Administración Obama se ha comportado con la misma arrogancia, matonismo y egocentrismo que Bush hijo y compinches, ninguneando a todo el mundo e imponiendo la fuerza bruta y los hechos consumados. Como muestra de su talante, véase la ocupación manu militari de Haití so pretexto de asumir la "responsabilidad" de EEUU(antes le llamaban su Destino Manifiesto) en el mantenimiento de la "seguridad" (¡siempre la misma puta palabra como justificante!) en el Caribe y otras áreas americanas. Por no hablar de ése enfrentamiento absolutamente ficticio con banqueros, especuladores y resto de estafadores responsables de la actual crisis financiera acampados en Wall Street, cuya desviación hacia la economía real el propio Obama bendijo al destinar cientos de miles de millones de dólares auténticos para resarcirlos de las pérdidas que ellos mismos habían ocasionado. Más allá de palabras rimbonbantes de un progresismo que no se sustenta en hechos, la economía de la era Obama es absoluta y ortodoxamente neocon.
No es que Obama no pueda, como sostienen algunos semidesencantados seguidores suyos, sino más bien que no quiere. Barack Obama es un hombre cien por cien del sistema, y las gentes de las que se ha rodeado, salvo honrosísimas excepciones, lo son igualmente. Sólo hay que dar una ojeada a los medios norteamericanos y algunos europeos de hoy, donde se recogen los apremios de asesores y colaboradores del presidente estadounidense en el sentido de que comience a girar a la derecha. La delirante teoría que formulan estos "expertos" es que la durísima derrota de esta semana se ha debido a que los "votantes moderados independientes" han comenzado a huir de las papeletas demócratas, "asustados" porque no hay rebaja de impuestos y la reforma de la sanidad les costará, dicen, mucho dinero a los contribuyentes; es decir, los mismos sobados argumentos de la derechona más recalcitrante.
La realidad es muy otra. Quienes han comenzado a abandonar a Obama y a los demócratas son precisamente quienes le auparon a la presidencia, esos "votantes independientes" (abstencionistas, en su inmensa mayoría) que por primera vez pensaron que había un candidato al cual votar. Recuerdo que cuando la campaña de las presidenciales del año pasado, en un reportaje de televisión aparecía un chico negro en una calle de Harlem haciendo campaña por Obama, diciéndoles a otros chavales negros: "Vota Obama o muere en Irak". Es sabido que la carne de cañón del Ejército de EEUU se nutre de jóvenes negros, hispanos y miembros desheredados de las minorías. Un año después, con Barack Obama elegido presidente de EEUU, los chicos de los barrios suburbiales, desde Nueva York a Los Angeles, siguen muriendo en Irak y Afganistán. Esta es clase de razones que explican verdaderamente el declive inusitado de Barack Obama, y que lo hacen inevitable si no se endereza el rumbo de su Administración.