Según los investigadores, la idea es beber té a sorbos, durante la comida o cuando hayamos terminado de comer, en lugar de tomar vino tinto, ya que la aspereza del vino lo que consigue es dejar la boca seca, lo que igualmente nos obliga a tomar agua para que se vuelva a lubricar nuestra boca.
Tanto el vino como el té, son alimentos astringentes, sin embargo el té es más suave. Lo que se ha descubierto es que si lo tomamos de forma repetida, es decir, si bebemos el té a sorbos conseguiremos aumentar su capacidad de astringencia, consiguiendo eliminar la grasa del paladar, pero sin pasarnos.
Puede que estos nuevos descubrimientos animen a más de uno a beber agua a sorbos mientras come carne roja, pero imagino que la mayoría seguirá optando por tomar vino tinto, aunque sea en menor cantidad y en pequeños sorbos.
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