"La única patria que tiene el hombre es su infancia." Rainer María Rilke
Gracias a Cinevista Blog, tuvimos la oportunidad de ver la función promocional de BEKAS, película sueca -iraquí y opera prima de Karzan Kader, director nacido en el Iraq Curdo, país que tuvo que dejar junto a su familia a los seis años por el avance de Saddam Hussein, y todas sus amenazas y ofensivas; con su huida Kader y su familia se instalan en Suecia donde deben empezar una nueva vida; el ahora director de cine, graduado de la Dramatiska Institutet y ganador de un Student Award, por su tesis de graduación, tesis que será la base para éste, su primer largometraje. El director sueco-iraquí, tomará elementos de su vida, anécdotas y obviamente licencias creativas, que imprimirá en su largometraje; película que ha recibido críticas positivas, y que ha tenido gran afinidad con el público, en los festivales y muestras donde ha sido presentada.
La década de los años 90, fue una de las más devastadoras y complejas bajo el régimen de Saddam Hussein; además el severo embargo dictado por la ONU, trajo consecuencias sociales y económicas para el pueblo iraquí; desempleo, muerte y una pobreza que se reflejo tanto en las familias, y los hijos de quienes pelearon en esa guerra.
Bekas - huérfanos en kurdo-, está escrita por el propio Kader, quien inteligentemente mezcla el humor, la inocencia infantil y la denuncia, o en este caso los recuerdos de su propia infancia, y la de otros niños, que como él, tuvieron que alejarse de su patria. Aunque predomina el humor, principalmente por las logradas actuaciones de Zamand Taha, y de Sarwar Fazil, el cine de estos países del Oriente Medio, tienden a mostrar no solo las tragedias de la guerra sino de sus propias limitaciones, prohibiciones, dramas que trascienden tanto lo social como lo humano.
Dos hermanos sin hogar, que tratan de sobrevivir con lo poco que tienen a la mano, deciden, después de haber visto unas pocas escenas de Superman, y ser echados literalmente a los golpes; que quieren viajar a América para que Superman los ayude a derrotar a Sadam Hussein y todas su penurias. Con la ayuda de un burro al que llamarán Michael Jackson, y una serie de personajes (que describen en cierta forma al Iraq de la época), que estarán en camino en su road movie hacía América, que está a una distancia que se puede medir entre el dedo indice y el pulgar, como lo ven en el mapa, que ninguno de los dos sabe interpretar.
La película posee un ritmo dinámico, tanto en la edición como en el manejo y movimiento de cámaras, acercamientos, sin embargo hay tiempo para reflexionar y en cierta medida meditar sobre la familia y la esperanza, temas que el director sueco, maneja con habilidad sin caer en sensiblerías o melodramátismos exagerados o sin fundamento; más bien termina convirtiendo sus imágenes y argumento, en viva voz del pueblo kurdo, sus anhelos, sus realidades sin disfrazarlas pero con la suficiente amabilidad, que la hace conmovedora y eficaz.