Estas historias me hicieron preguntarme: ¿hasta dónde debemos llegar para lucir jóvenes y bellas?
Cada mujer tiene su propia respuesta, pues es un tema de perspectiva de vida y estilo personal, sin embargo, algo que es importante, en mi opinión, es no pretender fingir lo que no somos (o una edad que ya no tenemos) pues equivale a aferrarnos a algo que ya no somos. La salud y la vitalidad no es privilegio de la juventud, y de hecho podemos sentirnos activas y saludables sin recurrir a operaciones complejas (que además implican tratamientos complementarios y luego otra cirugía posterior, y otra y…).
La belleza se lleva por dentro y se refleja en el exterior. Sentirse a gusto con una misma es indispensable y hace maravillas por nuestra apariencia. Tratar de vernos más jóvenes con complejo de culpa y ansiedad, sólo nos llevará a desperdiciar recursos buscando algo que no se puede comprar.Si tomamos la vida con calma y asumimos la maravillosa oportunidad de la edad madura (al final, no todos la tienen y nosotras sí!), podemos ver una serie interminable sde cosas que podemos hacer para sentirnos y lucir espectaculares. Una buena alimentación, una práctica regular de ejercicio y una actitud positiva son más eficaces para una imagen joven que cualquier tratamiento o procedimiento quirúrgico. Un arreglo que busque disimular astutamente algún punto negativo y resaltar los positivos, buscando mejorar nuestra imagen a la vez que le otorgamos salud a nuestro exterior y nuestro interior, será bien aprovechado si lo hacemos con alegría y entusiasmo.
No obstante, hay algunos temas puntuales que es importante revisar para sentirnos cómodas y adecuarnos a cada etapa de nuestra vida.
Expectativas de vida
Nuestra imagen
Lo mismo se aplica al maquillaje y al cabello. Lo más recomendable es poner mucho énfasis en el cuidado y la nutrición, usar los productos adecuados (no es necesario invertir una fortuna en los más caros) y adoptar une estilo que nos guste y sea fácil de mantener.
Un mundo nuevo por descubrir“Cuando una puerta se cierra una ventana se abre”, dice el refrán, y es así como debemos ver esta etapa de la vida. Una nueva oportunidad para gozar y descubrir, con la madurez adquirida, lo que queremos de nosotras mismas y de los demás (pareja incluida), y trabajar para lograrlo. Pasear, aprender, enseñar, viajar, reir, bailar… la vida en pareja puede ser tan rica como uno quiera que sea, pero al igual que en la juventud, nada es gratis y todo tiene un precio. Hay que asumir el cuidado de nuestro cuerpo y hacerlo de forma responsable y agradable a la vez.
¿Acaso podría ser ésta la mejor etapa de tu vida?