Pero nos quedamos con las travesuras y los buenos momentos.... Un ejemplo: una de nosotras tenía una forma poco usual de entretener a sus compañeras y desconcertar a sus profesores. En nuestra época se pusieron muy de moda los chicles negros (¡qué ricos estaban, por cierto!). Pues la interfecta usaba una pequeña cantidad para colocársela en uno de los dientes (generalmente en una paleta), simulando una "mella". Mantenía en todo momento la boca cerrada mientras el profesor de turno impartía su clase. En un momento dado, y siempre que el maestro la estuviera mirando, sonreía profusamente. El maestro quedaba impactado ante la "belleza" de esa alumna, con el consiguiente estado de hilaridad del resto de compañeras.
¡Qué tiempos aquellos los colegiales!
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Y si no estábamos hartas de colegio, ¡¡toma pupitres en casa!! ¿Alguien da más? Y si queréis ver un pupitre verdaderamente bonito, pasaros por el precioso blog de las chicas de L'Antiga de Ripoll y veréis qué monería.