Tener una mascota suele ser un rito de la infancia. Ya se trate de un cangrejo ermitaño o un pez dorado, un perro, un gato o un caballo, los niños disfrutan de la compañía que ofrece un animal. Pero, ¿sabías que las mascotas no solo son una fuente de calor y entretenimiento sino que también pueden ofrecer varios beneficios para el desarrollo de los niños? El desarrollo físico, social, emocional y cognitivo de un niño se puede estimular gracias a la interacción con la mascota familiar.
Desarrollo físico
Las mascotas proporcionan un impulso para correr y practicar habilidades motoras. Pasear, correr en el patio y lanzarle una pelota son grandes maneras de ejercitar al perro, a la vez que ayudan a que los niños abandonen las actividades sedentarias y se muevan.
El hecho de permitir a los niños que recojan los restos de comida, pongan agua en el bebedero y ayuden a asear a la mascota ayuda a estimular las pequeñas habilidades motoras. Dependiendo de la edad del niño, se recomienda la supervisión por parte de los padres, tanto para la seguridad del niño como la de la mascota.
Desarrollo social
Especialmente para los niños, las mascotas pueden ser unos facilitadores sociales maravillosas. Los niños son más propensos a acercarse e interactuar con otro niño que juega con una mascota. De esta manera, una mascota puede ser el puente entre un niño menos abierto socialmente y otros potenciales compañeros de juego.
La propia mascota puede ser un objeto social para los niños debido a la naturaleza de su relación. Puesto que los animales nos aceptan como somos, las mascotas proporcionan una clase práctica de lo que es una relación social.
Desarrollo emocional
Las mascotas pueden facilitar diversos aspectos del desarrollo emocional, como la autoestima y el sentido de la responsabilidad. A medida que los niños crecen y se implican más en el cuidado de la mascota, esto les ayuda a ganar en auto-confianza.
La responsabilidad de un niño para con las necesidades de su mascota deben ser apropiadas para su edad. A la edad de tres años, un niño puede ayudar a llenar los cuencos de comida. A los cinco años, puede empezar a asumir algunas tareas básicas del aseo del animal, así como ayudar a limpiar la zona donde duerme la mascota. A los 9 o 10 años aproximadamente, puede comenzar a sacar a pasear al perro solo, y cuando alcance la adolescencia, el niño lo más probable es que sea capaz de asumir la mayor parte de la responsabilidad de la mascota. Adecuar las tareas relacionadas con el cuidado de la mascota a la edad apropiada del niño no sólo es necesario para la seguridad de la mascota, sino también beneficioso para el niño, tanto física como emocionalmente.
Desarrollo cognitivo
Conforme crecen los niños, pueden desarrollar cierto interés en un tipo o raza de animal específico. Alentar a los niños a leer acerca de su mascota favorita o participar en clases de obediencia con sus padres y la mascota puede estimular el desarrollo cognitivo del niño, ya que despierta en él el deseo de aprender. Llevar al niño a una cita con el veterinario le dará la oportunidad de hacer preguntas sobre el cuidado y la salud de su mascota.
Con la supervisión adecuada, permitir a los niños la búsqueda de información acerca de su mascota en Internet es otra forma en que pueden aprender acerca de las necesidades especiales del animal y sus características únicas, así como de relacionarse con otros dueños de un mismo tipo de mascota. Si la mascota deseada de tu hijo es un caballo, pero tú vives en un apartamento en la ciudad, anima a tu hijo a la investigación sobre los caballos de todos modos. Incluso si no puede tener una mascota de su elección, el aprendizaje será valioso para él de todos modos.
Animales como terapia
Debido a la relación especial que a menudo se desarrolla entre mascotas y niños, las mascotas a veces pueden desempeñar el papel de consolador/tranquilizador. Dado que es una relación sin prejuicios desde el punto de vista de la mascota, un niño dolido podría estar más dispuesto inicialmente a confiar en una mascota que en una persona.
Introducir una mascota en casa no es una decisión que deba ser tomada a la ligera. En primer lugar, debe ser un compromiso por parte de los padres, no del niño, ya que en el fondo la responsabilidad por el bienestar de la mascota es de los padres. Una vez que se ha aceptado el compromiso y se ha encontrado a la mascota adecuada para la familia, las alegrías y los beneficios de la relación con la mascota durarán por muchos años.