Bernardí Roig (Palma de Mallorca, 1965) levaba seis años sin exponer individualmente en Madrid y, puede decirse que, con “Der Italiener”, ha compensado con creces a sus seguidores. La muestra está constituida por una producción inédita que incluye esculturas, textos, dibujos y videos, y que, a partir del relato corto “Der Italiener” de Thomas Bernhard, datado de 1963 (y la posterior versión cinematográfica de Ferry Radax, tan experimental como poco conocida) reflexiona, entre otros muchos temas, sobre la representación, el desencuentro, la amputación de la memoria, el exceso de luz, la incomunicación, lo intraducible y la angustia de las influencias.
Y puede decirse que trabajar a partir del cine y la literatura no es algo extraño para un artista influenciado narrativamente por ambos, capaz de manipular el film de Radax en su beneficio, reduciéndolo a la mitad de su metraje y sustituyendo parte de sus subtítulos (sin tener ni idea de alemán) por líneas de su propia cosecha, extraídas de su libro “Binissalem”, que publicó el Kunstmuseum de Bonn con motivo de su exposición “The Light-exercises series” en 2006. Así, Roig nos habla de las problemáticas inherentes a la traducción más allá de la lengua o el soporte.
Nada fácil, la verdad.