Berrinches vergonzosos e inmersiones profundas

Por Yoisasi

Cuando veía un niño montando el ‘espectáculo’, en la calle o en una tienda, pensaba que era porque era un niño consentido o un niño que no sabía controlarse. Esto último bien cierto ya que, los niños no se controlan, de ahí su naturalidad, su vivir el momento. También pensaba que cuando fuera madre a mi no me pasaría, que mi hijo no tendría berrinches, pataletas ni rabietas varias. Pues, piensa y acertarás.
Hemos comenzado el verano con visitas familiares y mi hija está encantada de tanta gente, de movimiento, de aquí para allá, de descontrol en horarios… Si me viera el pediatra del ‘Método’ se subiría por las paredes. Por una parte, me encanta ya que gasta su energía al máximo y se ve esplendorosa pero por otra, es como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde ya que, sobre las ocho de la tarde, se transforma. Es un momento en que se le junta todo, cansancio, hambre, sueño y comienza a gritar como una descosida, nada la calma, ni cogerla ni dejarla ni ponerla ni quitarla ni hacerle carantoñas y no se te ocurra cantarle o distraerla porque se enfurece aún más. Me trasmite una sensación inexplicable, como de impotencia, renace de nuevo en mi esa parte oscura, esa que todos guardamos, que no enseñamos, esa que llamaría ‘reservado el derecho de admisión’. Pues bien, en una de esas tardes, cuando por fin consigo ponerla en la sillita del coche para marcharnos a casa, comienzan sus chillidos que, literalmente, te dejan sorda durando todo el trayecto hasta casa. Conduciendo, sentí unas ganas tremendas de imitar a mi hija, así que, una vez en carretera fuera de la ciudad, di unos cuantos chillidos que me dejaron muy pero que muy relajada, la verdad que es que los necesitaba…
‘Reprimimos nuestras emociones cuando perdemos el control, no cuando lo mantenemos. La gran diferencia entre un guerrero y una víctima es que ésta se reprime y el guerrero se refrena. Las víctimas se reprimen porque tienen miedo de mostrar sus emociones, de decir lo que quieren decir. Refrenarse no es lo mismo que reprimirse. Significa retener las emociones y expresarlas en el momento adecuado, ni antes ni después. Esta es la razón por la cual los guerreros son impecables. Tienen control absoluto sobre sus propias emociones y, por consiguiente, sobre su comportamiento.’ Dr. Miguel Ruiz.

Otra tarde el show ocurrió en el centro así que busqué rápidamente un banco y me puse a dar teta. Es increíble cómo, todavía, hay gente que te mira como si estuvieras cometiendo un delito. Lo importante es que conseguí calmarla, está claro que la teta ayuda mucho. Claro ejemplo de nuestras adicciones, a cualquier sustancia, en la edad adulta donde buscamos esa teta, ese calor, esa Madre.
Una parte de mi la envidia ya que, al ser un bebé-niña, no inhibe sus emociones, las expresa tal cual, sin reprimirse, cosa que no podrá hacer cuando sea adulta ya que no estará ‘bien visto’ por la sociedad. Qué vergonzoso sería que ya crecidita se pusiera a patalear y con berrinches porque le han suspendido una asignatura o porque no ha conseguido lo que quería. Bueno, algunos adultos aún lo hacen ya que, en el fondo, algunos siguen siendo como niños. Yo lo fui en mi embarazo, no dejaba resto de represión en mi interior, según mis allegados, estaba un poco chalada aunque mi hermana siempre me comprendió a la perfección y me imagino porque ella también es madre y recuerda su embarazo.

‘Las tormentosas emociones se pueden capear con más eficacia si uno comprende que las emociones son simplemente mensajes de nuestro sistema de orientación interior. Cada una tiene una función. Cada una nos dice algo que necesitamos saber. Cada una debe sentirse totalmente y luego liberarse. Es así de simple. Si no ocurre esto, o si una emoción se sofoca o reprime, puede causar alguna enfermedad.
Normalmente ese ‘golpe’ intuitivo sobre lo que significa la emoción sólo llega cuando ya has experimentado totalmente la emoción.’ C. Northrup.

En una noche calurosa, donde las haya, mi hija empezó con lloriqueos similares a los de las tardes. Muy raro en ella a esas horas así que la cogí para darle teta pero, después de su ingesta, continuaba igual e iba ‘in crescendo’…Estaba ardiendo pero no era un calor corporal normal, era fiebre, ya noto la diferencia. Mi intuición me decía que no le diera un baño de agua caliente, como hice en otras ocasiones, sino que pusiera una toalla mojada bien escurrida cubriendo sus pies unos minutos. Y así lo hice. Al rato, su cuerpo ya no estaba tan caliente y poco a poco fue normalizándose. Los baños de pies van muy bien para los dolores de cabeza ya que los pies y el sistema nervioso están muy relacionados; estimulan y robustecen el organismo; refrescan; y por la noche son ideales para dormir bien. Si os animáis es simplemente poner a remojo vuestros doloridos y cansados pies en agua a unos 15ºC hasta los tobillos durante 3 minutos y, después, una fricción en seco con masaje de palmoteo para activar la circulación. A veces, para refrescarse, en vez de darse una ducha, es mejor un baño de pies con agua tirando a fría, ya veréis cómo os notáis más frescos. De todas maneras, le di cobre-oro-plata y, en poquitas horas, se recuperó.
Y hablando de pies, hace unos días mi hija nos sorprendió a todas. De repente, una tarde, ella sola se puso a andar por el salón. Daba unos pasos, paraba, reía y se aplaudía y volvía a ponerse a andar. Estaba emocionada, estábamos emocionadas (mi hermana, mi madre y yo). Aproveché para grabarlo en video y así pueda ver, cuando sea mayor, su primer momento como ‘autónoma’. Acaba de empezar la independencia en su vida. Un momento que, ya de mayores, no recordamos pero que seguro que nos marcó a todos de alguna manera u otra.

Con el calor que está haciendo, a todos los niños los ponemos en remojo, tanto en la piscina como en el mar, y es cuando vemos que muchos de ellos, no importa la edad, tienen miedo al agua. No quiero que el miedo invada a mi hija, quiero que se sienta libre en un medio tan cercano a mi como es el mar. Decidí hacer mini inmersiones con ella y a esta práctica la llamo ‘curso de buceo’. Antes de comenzar nuestro ‘curso’, estuve pensando la mejor manera de hacerlo ya que hay muchos padres que para quitar el miedo lo hacen, a mi parecer, bruscamente. Sueltan al niño directamente al agua y listo. Ya veremos si flota o no. Me intento poner en la piel del niño de este ejemplo y es como si, de repente, me soltaran al vacío y sin paracaídas. Yo quise hacerlo de una manera más sutil, mas cercana para no causarle un trauma innecesario. Así que una vez en el agua las dos juntitas y bien pegaditas, ella se sientió relativamente segura y empezó con su ‘ma-ma, ma-ma’, entonces hago la cuenta de ‘a la una, a las dos y a las tres’ y las dos juntas nos sumergimos unos segundos volviendo después a la superficie. Los primeros días tragaba un poco de agua pero, al rato, con un buen eructo todo arreglado. Con el día a día el miedo a su inmersión ha desaparecido y ahora se ríe, se le ve feliz. Cada vez que me oye empezar la cuenta, se agarra bien y tapa su boca en mi hombro, está muy graciosa. Haré las sesiones que hagan falta porque estoy convencida de que, un día, se soltará para seguir sumergida ella sola y dar su primer buceo. Después de unas dos semanas ya se agarra a mi espalda ella solita y nadamos juntas. Y lo más importante, disfruta, disfruta del mar.

Os recomiendo que no lo dejéis pasar, que no esperéis a que vaya a natación ya que luego será más difícil. Es importante que aprovechéis ahora para que ese miedo no vaya a más y si puede ser en el mar, mucho mejor, ya que sino sólo querrán bañarse en piscina y esa no es la solución, es media solución.
Recuerdo cuando hace diez años vino a Menorca mi tía a pasar una semana con su familia. En invierno, le gustaba ir a la piscina a hacer sus largos pero lo que yo no sabía es que, a sus 40 años de edad, tenía un miedo atroz, una verdadera fobia al mar. Le superaba, era incapaz de meterse en el mar. Al final, conseguí ayudarle a superar ese miedo. En su primer intento, le dio un pequeño ataque de ansiedad. Yo alucinaba, era como estar viendo la película Tiburón pero sin el tiburón. Es increíble cómo nuestra mente puede hacernos tanto daño o tanto bien según le dejemos.
Con mi sobrina Leyre pasó casi lo mismo, menos mal que ahora ya tiene 12 años y se siente más suelta en el mar pero estoy convencida de que si no hubiera venido a la isla seguiría con sus piscinas.
Es curioso pero no había caído, hasta hace un momento, en la relación miedo/agua. La Medicina Tradicional China asocia cada órgano a una emoción y, justamente, el miedo está relacionado con el reino mutante Agua, zona de los Riñones y Vejiga.

‘El miedo paraliza la acción del hombre. El hombre tiene la capacidad de transmutar el miedo en el sentimiento auténtico: la Alerta. La alerta no es miedo, es estar pendiente de lo que ocurre. Si el hombre despierta a la confianza, a la fe, hace una apertura global de toda sus estructura a una alerta permanente, y el miedo desaparece y nada va a impedir que realice su hacer. Nace así la firmeza: firmeza en lo fundamental, en el quehacer, en esa responsabilidad. La firmeza del agua, que se adapta a cualquier recipiente sin dejar de ser agua, la firmeza del agua que se mezcla con otros compuestos pero sigue siendo agua, la firmeza del río que sortea los obstáculos pero siempre llega al mar’. Jose Luis Padilla

Y curiosa también la relación de los berrinches con las inmersiones. Cómo esos berrinches que tienen nuestros hijos son un gran reflejo de nuestras zonas más profundas, de nuestras zonas desconocidas en la inmensidad del océano, donde somos nosotros los que tenemos que sumergirnos para conocer qué está pasando en nuestro interior al ver a nuestro hijo exteriorizarlo. Grandes maestros nuestros hijos…¿Llegaremos a ser unos buenos discípulos?
Como decía Bruce Lee: ‘Be water my friend’.
‘No te establezcas una forma, adáptala y construye la tuya propia, y déjala crecer, sé como el agua. Vacía tu mente, sé amorfo, moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza se convierte en la taza. Si pones agua en una botella se convierte en la botella. Si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o puede chocar. Sé agua amigo mío’.
Salud y Buenos Alimentos.
Yo Isasi
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