Ricardo Iniesta, en la versión que ha sido representada en Las Naves del Español hasta el pasado 4 de octubre, ha querido mostrarnos un universo opaco y oscuro. Noche universal sobre un mundo sin luz; un mundo en tinieblas y, al que Iniesta, ha querido acompañar de cánticos y de la fuerza coral de los ocho actores que componen el reparto de esta versión de Madre coraje; un reparto en el que destacan las actrices Carmen Gallardo, Lidia Mauduit, Silvia Garzón y María Sanz Caracuajo, y donde la imaginación a la hora de montar una escenografía —un auténtico y literal espacio abierto— se hace patente y palpable una vez más en este montaje, pues el carro de madre coraje es la mejor representación de aquello que nos acompaña a lo largo de nuestras vidas. Esa famosa mochila donde vamos haciendo acopio de lo bueno y de lo malo, esta vez, sin embargo, queda despojada de los mejores sentimientos a medida que transcurre la acción de la obra, y se va quedando con todo lo malo; una maldad que busca justificarse a sí misma con múltiples y equivocadas razones. La lógica de la guerra y el mal es perversa en sí misma, y solo encuentra acomodo en el ser humano cuando este es desposeído de su esencia, pues el amor al prójimo o a los tuyos, es algo que camina de nuestra mano a lo largo y ancho de nuestras vidas, por mucho que intentemos despojarnos de él. El amor, ese motor que mueve el mundo, tiene su perfecto contrapunto en el odio que, también, es capaz de movilizarnos por los senderos equivocados de nuestra existencia. Esa dualidad, en forma de lucha encarnizada del bien y el mal, por ser los amos de un mundo que no es tal, es el universo que Brecht nos presenta en Madre coraje, pues es lo más parecido al grito del silencio en la oscuridad de la noche, donde nada nos puede salvar ni nadie nos puede oír para intentar abrazar a nuestros miedos.
Ángel Silvelo Gabriel.