Blade Runner 2049: Un sueño Neonoir

Por Androsmalv

                       "Somos máquinas, estampadas como tapones de botella.
                        Es una ilusión ésta de que existo realmente, personalmente.                        Soy sólo un modelo de serie."
El director canadiense Denis Villeneuve, se ha convertido en uno de los cineastas fundamentales para este blog, no sólo por la calidad de sus obras sino porque su nombre, nos asegura una serie de películas que rompen, o por lo menos, se salen de los parámetros genéricos, apostándole a narrativas, que sí bien, son convencionales, tienen un punto de giro que se desliga de los planteamientos iniciales del largometraje, es decir, a pesar de ser un cine comercial, la autoría del canadiense, un equipo técnico de lujo y cierto riesgo en su visión fílmica, sacan a flote lo mejor de estas obras.  Si en un principio, el cine de Villeneuve mostraba el lado más oscuro del hombre común, con sus últimas películas, de gran presupuesto, a logrado darle cierto lirismo a la ciencia ficción con puestas en escena de gran belleza visual, narrativas pausadas e inteligentes desarrollos dramatúrgicos. La carrera de este canadiense, formado en la Universidad de Quebec, no sólo es una de las más fructíferas sino polifacéticas, al haber incursionado en diversos géneros, estilos y visiones, que le dieron la difícil tarea, de ponerse en los zapatos de Ridley Scott  y su clásico Blade Runner,  treinta y cinco años después, con una secuela igual de independiente que la adaptación del libro de Phillip K . Dick.

Con guión de Hampton Fancher, escritor original de Blade Runner (1982) y el productor/escritor Michael Green, quienes expanden no sólo el universo neo-noir creado por Ridley Scott sino los planteamientos metafísicos/filosóficos escritos por Phillip K. Dick en los años 60. El largometraje es cronológicamente, una visión treinta años después de la desaparición de Deckard, el bladerunner e historia original.  

En el 2049, los replicantes están mucho más integrados a la sociedad, y es donde hace aparición K (Ryan Gosling), un bladerunner replicante, creado para obedecer, cazando y matando a sus congéneres rebeldes y clandestinos. La investigación de K, se irá convirtiendo, no sólo en un posible "milagro" de la bioingeniería, como lo es el embarazo de una replicante sino en una serie de arcanos y conspiraciones, en las que él mismo, parece hacer parte por sus recuerdos infantiles y cierta empatia con el caso; pero todo ésto, hará que K, se vuelva ahora un clandestino, siendo perseguido por Luv, una replicante asesina, que hace parte de la Fábrica de Replicantes que dirige Niander Wallace (Jared Leto). En su búsqueda K se encontrará con Rick Deckard (Harrison Ford), ese bladerunner original, que parece ser la clave de todo éste complejo entramado de recuerdos, embarazos imposibles y destinos fatales.

Sin perder su esencia (neo)noir, y con un argumento, mas accesible que el original, esta obra, alude tanto a esa reflexión sobre la ética de la inteligencia artificial como a la misma naturaleza humana, y su poder de "soñar", como lo indica el nombre original del libro; es en este punto donde la obra de Villeneuve como de los guionistas, funciona tanto a nivel narrativo como que en su argumentación, que no sólo está en la búsqueda de una verdad sino en el tránsito de la misma, elementos que siempre han estado presentes en la obra del director canadiense.


Pero sí debemos buscar el punto más fuerte de este largometraje, está en la fotografía de Roger Deakins, cinematógrafo no sólo considerado como uno de los mejores, sino todo un referente tanto en técnica, estilo, economía y color, porque el director de fotografía inglés, que inició en el documental,  tiene la capacidad de lograr con lo justo, secuencias de gran belleza, planos abiertos que evocan tanto la naturalidad como lo expresivo del largometraje, y porque a través del color, las siluetas y la luz natural, crea retratos en movimiento, inolvidables. Deakins, que prácticamente es el director de fotografía oficial de los hermanos Coen,  y últimamente de Dennis Villeneuve, logra interpretar la visión de estos directores pero además imprimir sus propias identidades, talento y ese lirismo, que fluye de la óptica, la física y el dibujar con luz. En este caso, el inglés, logra sacar provecho tanto de la tecnología, los chroma como de la luz natural; al igual que las luces neón de la ciudad o de las pocas fuentes de luz en la desértica granja a las afueras de Los Angeles; aunque la mayor parte de las tomas se hicieron en estudio, es igualmente una proeza y todo un compendio de los talentos de este operador, que para muchos, es el fotógrafo vivo más importante de este momento.

Aunque en un principio creí que la música del islandés Johan Johansson iba a estar presente en esta película, como se había anunciado, y lo había demostrado en la anterior obra de Villeneuve (Arrival, Sicario), por cuestiones creativas y funcionales, se reemplazó por el trabajo del mítico e incansable Hans Zimmer junto a Benjamin Wallfisch (It), que se acercan mucho más al trabajo sonoro original de Vangelis. Sin negar que es una excelente composición musical, y que el señor Zimmer, es posiblemente el mejor interprete de lo visual a lo sonoro, si se echa en falta los tonos melancólicos de Johanson, o una banda sonora más arriesgada, no por eso, se le van a quitar las grandes cualidades del compositor alemán, y sus arreglos electrónicos, orquestales y de narración a partir de notas, tonos y demás lenguaje musical. 

También cabe destacar el trabajo de diseño de producción con sus impecables maquetas y miniaturas, vestuario y obviamente la creación de ese distópico mundo que es Los Angeles del 2049, es decir, visualmente, es una obra absolutamente remarcable y épica en su concepción.



Y como complemento a todo el contexto audiovisual, las actuaciones de Ryan Gosling, Harrison Ford,  Robin Wright o la bella Ana de Armas, cada uno asumiendo un papel de gran relevancia no sólo en sus interpretaciones sino en la misma disposición narrativa, es decir, sin negar que es una obra de actuaciones sobresalientes, éstas, están dispuestas en favor de la historia y lo visual. Aún así, cabe destacar la labor de Gosling, que en este caso, su impasible rostro funciona a la perfección con su papel de K, el cazador de su propia especie; aunque la actuación de Ford, está lejos de su papel original - y de muchos otros- como anécdota o invitado de lujo, funciona; mucho más destacables son las actuaciones de Wright y de la misma Ana de Armas, la primera como la jefe de K y la segunda como su holográfica esposa, cada una, desempeñando un papel que narrativamente es vital para la obra. Algo más exagerada, pero puntual como la Femme Fatale, la actuación de Sylvia Hoeks, está bien lograda, tanto como género como en su propia argumentación; tal vez, el papel menos interesante viene a ser el de Leto, que ni se profundiza ni tampoco aporta demasiado a la obra.  

Como conclusión, o mejor para finalizar, una gran obra, que no debe ser vista en 3D - como lamentablemente lo hice-, porque se pierde mucho del trabajo de Deakins, pero de todas formas se puede apreciar como su trabajo sonoro, diseño de producción, montaje que con un ritmo pausado más no cansino, y que en su engañoso pero acertado guión, nos deja preguntas con tintes "existencialistas" sobre la moral de la inteligencia artificial y la (des)humanización del futuro.

Más que una obra maestra inmediata, un trabajo que como su antecesora, se hará de culto para las nuevas generaciones; y ese puede decir el mejor halago para esta gran película.

Zoom in:  A pesar de sus excelentes críticas, y ser considerada un clásico inmediato, en taquilla no ha funcionado tan bien.

El hijo de Ridley Scott dirigió dos cortometrajes que hacen conexión con la Bladerunner original y ésta.

Montaje Paralelo:  Blade Runner (1982) -  Neonoir