Quien
más quien menos piensa que el negocio de la leche es tan sencillo como el
mecanismo del sonajero. Sin embargo, la realidad confirma que se trata de una
carrera de obstáculos repleta de trampas difíciles de superar. De hecho, la situación del sector
lácteo español es límite, sobre todo en la base de la cadena láctea donde los
ganaderos han visto encarecerse sus costes productivos en un 40% como
consecuencia fundamentalmente del alza de los precios de los piensos y, todo
ello, complementado con una caída en picado del precio de la leche. Aunque
parezca mentira, un litro de leche cuesta menos que uno de agua.
Las
causas de todo ello son múltiples y de todo tipo desde que ya empezamos con mal
pie en Europa cuando se negociaron las tristemente famosas cuotas lecheras y se
aceptó una cuota muy inferior a la realidad, entre otras cosas por el
ocultamiento que los ganaderos hicieron de sus cifras reales de producción en
un ingenuo intento de evitar cargas impositivas dentro de la más rancia
tradición franquista de la “leche negra”.
Los
ganaderos se encuentran en una situación limite, las empresas de envasado se
hallan dominadas por las multinacionales francesas salvo honrosas excepciones,
entre ellas Central Lechera Asturiana que defiende el pabellón nacional y
finalmente las empresas de distribución juegan al gato y al ratón con la leche,
manipulando su precio y utilizándola como producto reclamo. Ante este panorama,
el futuro es complicado, pero no imposible como algunos auguran.
Hay
una primera evidencia irrefutable: debemos reinventarnos y esto en un negocio
que ha dado lugar a dichos populares como aquel de “blanco y en botella” es
realmente complicado.
Centremos
la mirada en Asturias, una tierra ganadera por naturaleza aunque las
conclusiones son extensibles a muchas otras regiones de España.
Comencemos
a generar valor añadido y a introducir estrategias creativas…
El
ganadero si realmente aspira a continuar con su negocio, debe diversificar su
actividad. No se puede vivir de la leche, al menos de momento, esa es una
realidad que, aunque difícil de aceptar, es inevitable. Las posibilidades son
múltiples y pasan por aprovechar la imagen, el carácter emprendedor y las
tendencias que triunfan a nivel global. En otras palabras, Asturias es sinónimo
de calidad en su producto natural. Efectivamente, la variedad de quesos
asturianos es inacabable aunque muy poco explotada. Pero hay vida más allá del
queso, la sidra y las fabes. Las explotaciones son capaces de diversificar su
producción y de innovar en la gama productiva. Pero también hay vida más allá
de los pastos y las huertas. Asturias ha sido pionera en el negocio del turismo
rural que, por gracia o desgracia, está llamado a relanzarse en el futuro
inmediato gracias a la situación económica. Combinemos pastos y huerta con
turismo rural. Algunos ya lo hacen con éxito – merece la pena visitar la
experiencia de Casa Jesusa, por ejemplo-. Pero no todo queda ahí. Subamos un
escalón y atrevámonos con la distribución llegando directamente al consumidor
en un momento en el que las tiendas de base natural y sin intermediarios están
haciendo furor en todo el mundo – véase las shops basadas en el movimiento Meet
the Farmer, por ejemplo-. Sólo hay que aliarse…a nivel comarcal, regional o
incluso en una alianza mucho más estratégica con Central Lechera Asturiana o
CAPSA como se prefiera, una corporación modélica en muchas cosas, pero que
debiera encarar el futuro inmediato más allá de la leche a partir de la leche.
Hay
que aportar valor añadido a la leche y eso sólo puede hacerse a partir de
variaciones sobe el mismo tema o diversificando el negocio a partir de las
oportunidades que la propia leche brinda. De partida, los postres lácteos
ofrecen un recorrido más que razonable, hasta el punto de que quedan
oportunidades creativas para quienes las persigan. De hecho, el yogur merece
una vuelta de tuerca innovadora. Pero también podemos encontrar oportunidades
más allá de la leche aunque partiendo de ella, estableciendo alianzas
estratégicas que permitan irrumpir con fuerza y garantía de imagen en un
mercado emergente como el que anteriormente he señalado. Y finalmente, también
podemos acometer una vigorosa y creativa
reingeniería de procesos que con toda seguridad nos hará más eficientes
y competitivos. De hecho, puede decirse que existe un margen de aproximadamente
un 15% de mejora en los procesos estratégicos de las empresas envasadoras que
puede conseguirse con una adecuada prospectiva y herramienta de reingeniería,
combinando ambas con el despliegue y aseguramiento de una cultura de
emprendimiento interno generalizada.
En
definitiva, franceses y alemanes practican el desagradable juego del dumpin, la
volatilidad de los precios es imparable, las empresas de distribución adulteran
el valor real del producto, las multinacionales francesas nos tienen echado el
ojo, los mercados de futuro de Chicago no ayudan y mil cosas más…
Pero
el futuro no es tan negro como parece si reaccionamos estratégica y
creativamente. En otras palabras: BLANCO Y EN BOTELLA.