Bob Torres y la cuestión del especismo

Por Luistovar

En esta entrada me gustaría exponer una reseña del libro "Making A Killing" de Bob Torres [que ha sido recientemente traducido al español]. 

Personalmente sugiero leer primero la obra antes de consultar esta reseña. Pero que cada uno decida libremente por sí mismo. Quien decida leer primero la reseña espero al menos que le motive finalmente a leer el libro. 

A lo largo del artículo citaré algunas páginas de la edición española que señalo entre corchetes: [...]

No voy a comentar aquí a todas las cuestiones que Torres simplemente deja más bien planteadas que respondidas ni tampoco voy señalar las muchas virtudes que contiene la obra, tanto el contenido como en el estilo. Esto último se comprueba directamente con la lectura del libro y quien tenga la ocasión de leerlo no debe dejar pasar la oportunidad de hacerlo. En este ensayo me centraré solamente en unos puntos muy concretos y controvertidos desde una perspectiva crítica.


  • Marxismo, anarquismo y veganismo

Nos encontramos con un texto que intenta nada menos que explicar el problema en nuestra relación con los animales nohumanos y proponer una solución al respecto. El autor construye su postura tratando de compaginar al mismo tiempo tres vectores principales: la teoría marxista, la filosofía política del anarquismo social y la ética del veganismo. Esta empresa va a conllevar ciertas dificultades como veremos.

El anarquismo social que defiende Bob Torres parece ser una doctrina directamente inspirada en el marxismo (sin menoscabo de otras fuentes). Es imposible resumir el marxismo en unas pocas líneas pero sintetizando lo más basico podemos decir que el marxismo es una teoría fundamentada filosóficamente en el materialismo dialéctico que considera que toda la dinámina social es el resultado de las condiciones materiales y que el proceso histórico es consecuencia de la lucha de clases. Toda la historia humana se reduce a que un grupo minoritario se hace con el poder económico y de ese modo se aprovecha de la mayoría social a la explota en su beneficio. El marxismo concluye que este conflicto sólo se podrá resolver aboliendo la sociedad de clases en favor de una nueva sociedad igualitaria donde ya no sea posible la explotación del hombre por el hombre.

Se podrá comprobar que ese análisis recuerda mucho a la relación tradicional entre seres humanos y animales nohumanos. En la cual los humanos someten y explotan para su beneficio a los no-humanos. Hay un artículo del profesor Renzo Llorente en el que explica cómo se podría aplicar el análisis marxista sobre el problema del especismo y la explotación animal.

Hay que tener en cuenta que estar de acuerdo, al menos en parte, con el análisis marxista no conduce necesariamente al socialismo ni al comunismo. El socialismo de tipo comunista es una solución que Marx (y muchos otros) escogió como solución al problema que denuncia en su teoría. Pero hay otras soluciones que pretenden igualmente disolver la explotación del hombre por el hombre. Una de ellas es el anarquismo (otra sería, por ejemplo, la socialdemocracia). 

Por otro lado, también contamos con la posibilidad de coincidir con el diagnóstico que presenta el marxismo y al mismo tiempo estar a favor de la opresión de una clase sobre otra, claro. De la misma manera que hay personas que reconociendo el especismo como injusticia siguen igualmente estando a favor de la explotación sobre los demás animales.

El anarquismo sería, esencialmente, la idea de que la organización social no debe ser sostenida ni promovida por ninguna autoridad o poder externo a la voluntad de los participantes (ya se trate del Estado o algo similar) y que los individuos deben poder asociarse libre y voluntariamente. El anarquismo social parece ser un tipo específico de anarquismo que, coincidiría puntualmente con el socialismo, en proponer una organización donde predomine lo colectivo sobre lo individual y en donde haya una distribución de bienes lo más igualitaria posible.


Este rechazo a la explotación es el elemento que confluye con el veganismo. El veganismo es el rechazo la explotación de los animales nohumanos por parte del hombre. Muchos veganos que son también marxistas y/o anarquistas dirán que su rechazo a la explotación animal tiene el mismo origen que su rechazo a la explotación humana. No obstante también se puede rechazar radicalmente ambas opresiones sin tener que ser marxista ni anarquista. 

Más adelante, analizaremos si, tal y como propone Torres, la teoría marxista y la política anarquista pueden servir de ayuda para entender y solucionar la opresión especista que padecen los animales nohumanos. Y valoraremos la pertinencia de relacionar el veganismo con esta filosofía política.

  • La recepción del veganismo en el contexto político progresista

Bob Torres comienza señalando acertadamente algunos problemas que inciden directamente en la posibilidad de acabar con la explotación especista. Uno de ellos es la aparente dificultad que tiene la gente de ideas progresistas para comprender o aceptar el veganismo. Es decir ¿cómo es que tantas personas que dicen estar en contra de la injusticia, y a favor de la igualdad, no parezcan darse cuenta de que la opresión sobre los demás animales es un error tan grave como cualquier discriminación injusta cometida contra seres humanos?
A pesar de que es un hecho que gran parte de la población humana mundial sigue sin tener concienica del problema del especismo, al menos dentro del contexto occidental cada vez más gente sabe que los demás animales son seres sintientes, que no tenemos necesidad de explotarlos para vivir y que tenemos a nuestra disposición otras opciones que nos aportan calidad de vida sin necesidad de matar ni esclavizar a otros animales. No obstante, el número de veganos no se ha disparado tan espectacularmente como cabría esperar. La cantidad de veganos va aumentando, sí, pero a un ritmo muy progresivo y gradual. En algunos países llegamos al 3% de la población, en el mejor de los casos. Esto tiene que tener una explicación, más allá de apelar a la ignorancia total.

Un motivo es que la educación fomenta un tipo de mentalidad que precisamente está diseñada para excluir expresamente a los no-humanos de la consideración moral y los progresistas han sido educados en los mismos prejuicios especistas que el resto de la gente.
También podemos advertir que los activistas y grupos animalistas, incluso aquellos más conscientes del especismo, no se han dedicado en absoluto a difundir este problema desde una perspectiva igualitaria sino que en su mayor parte se dedican a reformar la esclavitud de los no-humanos para conseguir jaulas más grandes o centran sus esfuerzos intentar prohibir algunas actividades muy concretas y minoritarias de explotación animal (tauromaquia, zoos, circos) que dejan intacto al 99.99% restante y no sirven en absoluto para concienciar ni erradicar el prejuicio del especismo.

Sin embargo, todo esto sólo explica las cosas hasta cierto punto. No puede servir de excusa indefinida para ignorar un problema que cada día es más visible y reconocido a todos los niveles. Ahí no acaba todo. 

Dejando a un lado todas las explicaciones anteriores, podemos deducir que un motivo por el cual la concienciación contra el especismo no ha calado dentro del ámbito político se explica reconociendo que mucha gente que defiende ideologías progresistas, o de izquierdas, no lo hace por sentido moral, por ética o justicia, sino por puro tribalismo. Eso por esto que no quieren reconocer la injusticia del especismo e incluso se burlan y oponen a ello. Porque los demás animales no forman parte de su grupo (tribu) y liberarlos no les aporta ningún beneficio a ellos.

Este instinto tribal está detrás de la causa psicológica que potencia no sólo el especismo sino también el racismo, el sexismo y el nacionalismo y demás prejuicios que discriminan a los individuos según el grupo al que pertenezcan. Este aspecto psicológico requiere sin duda un análisis específico que no voy a poder ofrecer aquí.A continuación me centraré en lo que entiendo que serían algunos defectos o errores en la argumentación que se nos ofrece en libro. En concreto, hay dos puntos principalmente que me provocan una especial perplejidad. Pasaré a comentarlos concisamente.


  • La cuestión del capitalismo

Quien haya leído el texto habrá notado necesariamente la sistemática denuncia que Bob Torres hace recaer sobre el capitalismo. Esto es uno de los fundamentos principales de su exposición. 

Sobre este punto, debo señalar al respecto que la idea que Torres tiene del capitalismo no me parece una noción cabal sino una mera tergiversación fuertemente alejada de lo que el capitalismo sería realmente. El capitalismo del que habla Torres es equivalente a la idea de que "todo se puede comprar y vender". Pero eso no es capitalismo. Si nos atenemos a la definición de  lo que significa el capitalismo veremos que se trata un sistema ecónomico basado en los derechos individuales y el libre comercio de mercancías. 

Por tanto, el capitalismo presupondría, para empezar, que las personas [humanas] tienen derechos, y no solamente derecho a la propiedad privada, y que la manera de intercambiar servicios es el comercio. El comercio excluye por definición el uso de la violencia o la coacción. Esto último no sería comercio sino extorsión o servidumbre. Así que no se entiende bien cómo deducimos que el capitalismo promueve, como tal, la explotación de personas cuando su base ideológica no asume tal cosa.
Sin embargo, es un hecho que en efecto dentro de los sistemas capitalistas hay explotación de personas, pero esto no sería algo inherente al propio capitalismo sino un abuso contra los derechos individuales que sucede en todos los sistemas económicos que hayan existido. Encontramos esa explotación en las sociedades humanas que existían hace diez mil años. La reconocida existencia milenaria de la esclavitud es una evidente prueba de ello. Asimismo, la explotación de seres humanos la encontramos también en sociedades modernas donde se impuso el socialismo en un modo u otro.

Entonces ¿el problema es el capitalismo o es en realidad la idea de que los humanos son mercancías o meros recursos? 

Algunos teóricos como el profesor Michael Sandel consideran que el problema en el capitalismo no es que tengamos una economía de mercado sino que nos convirtamos en una sociedad de mercado. La confusión entre economía y valores éticos sería, por tanto, lo que provoca o favorece la mercantilización de personas.

El capitalismo no considera que los humanos sean mercancías sino que son individuos con derechos que deben comerciar entre ellos libres de coacción. Si recordamos que la explotación de humanos existe desde hace miles de años, podremos deducir que la causa de la opresión no puede estar en el capitalismo.


Luego podremos analizar los posibles errores o defectos que el capitalismo implica o provoca, pero es imposible hacer tal cosa si antes no sabemos de qué estamos hablando o nos inventamos las definiciones de los conceptos a nuestro capricho. 

El conflicto entre la perspectiva de Torres y el capitalismo está en que el capitalismo acepta que la economía se rija por el beneficio privado mientras que el anarquismo social considera que la producción y reparto de todos los bienes deben estar planificados colectivamente para beneficiar a todos los miembros de la comunidad. Esto último recuerda mucho al socialismo, salvo por la peculiaridad de que el anarquismo rechaza la institución del Estado y aboga porque la gestión se realice de forma autónoma y directa entre los mismos individuos.El propio autor reconoce que "es cierto que la explotación animal podría existir sin que haya capitalismo" [36] pero acusa al capitalismo de haber agravado la explotación al intentar maximizar el beneficio de las mercancías. 

Evidentemente, si vivimos en un sistema que procura rentabilizar los beneficios que se obtienen de las mercancías y consideramos que los animales nohumanos pueden ser tratados como mercancías entonces los animales sufrirán las consecuencias que se deriven de esa situación. !Obviamente! Pero ése no es el problema. El problema está en considerar que los no-humanos son mercancías y no en la rentabilidad económica. Torres comprende esto perfectamente y por eso señala que "nuestro activismo debe golpear al sistema en su raíz, atacando la consideración de propiedad de los animales [nohumanos] y su modificación [reforma] en vez de esperar que un sistema sin ética decida cambiarse a sí mismo cuando se le pida." [183]


En todo el libro percibo esta permanente contradicción entre el planteamiento vegano/abolicionista que considera que el problema de la explotación de los animales nohumanos está originado por su condición de propiedad (la idea de que los no-humanos existen para ser recursos de los humanos) y el planteamiento del anarquismo social que afirma que la raíz de todos los problemas está en el capitalismo, la jerarquía y el poder. No son perspectivas similares porque una cosa es considerar que los seres sintientes no deben ser propiedad y otra muy distinta es defender que la noción de propiedad (propiedad privada) es intrínsecamente inmoral o injusta. No pueden ser perspectivas afines porque no se deducen entre ellas. 

El anarquismo social no rechaza la cosificación de los no-humanos y, por tanto, aceptar esta ideología por sí misma no supone ningún avance respecto del problema que padecen los demás animales.Alguien puede defender con argumentos que la forma justa de organizarnos colectivamente entre seres humanos es el anarquismo social; pero lo que en ningún caso sería correcto ni razonable es creer que la explotación especista se verá mínimamente amenazada por la asunción del anarquismo. Si abandonamos el capitalismo podría ocurrir tal vez que hubiera circunstancialmente menos animales nohumanos explotados (como consecuencia de abandonar el libre mercado) pero eso no reduciría ni un ápice el prejuicio del especismo y el arraigo social de la explotación animal.Otro defensor del anarquismo social señala que: 

«Incluso siendo anarquista, no se es mágicamente feminista, antirracista o anti-homófoba.» 

E igualmente podríamos añadir que el anarquismo no implica el rechazo al especismo sino todo lo contrario.

Se puede estar en contra del capitalismo y al mismo tiempo entender que las opresiones no existen sino como consecuencia directa de nuestros prejuicios. Y que, por tanto, si las estructuras sociales, políticas y económicas reflejan estos prejuicios se debe a que nosotros las hemos creado así de acuerdo a nuestra mentalidad.Por todo ello, no puedo estar de acuerdo con la idea de que el capitalismo provoca el especismo y la explotación animal (todo esto lo expuse con detalle en un ensayo anterior). 
Aparte de la propia clarificación de conceptos; he considerado importante señalar todo esto por un simple razón: si creemos que la causa de un problema está en el capitalismo pero resulta que la causa es en realidad otra distinta lo que sucederá es que nos abocaremos a intentar soluciones que no solucionen nada al final. En los sistemas no-capitalistas, los animales nohumanos han sido cosificados y explotados exactamente igual que en los capitalistas. A ellos no les afecta directamente el modo en que los humanos decidamos organizarnos políticamente entre nosotros.Tampoco comparto la perspectiva (defendida también por Bob Torres) que apunta a que si bien el capitalismo no es la causa, igualmente favorece la cosificación de los no-humanos. Entiendo que en realidad no es así. Creo que esto confunde la forma con el contenido. 

El capitalismo, por su propia estructura, ayuda a propagar cualquier idea o producto que tenga demanda económica. Si hay demanda de explotación animal, el capitalismo será una herramienta que sirva para satisfacer dicha demanda, claro. Pero no hay ningún elemento intrínseco al propio capitalismo que diga que debemos explotar a los animales no-humanos. Es por esto que millones de veganos vivimos perfectamente en sistemas capitalistas. Y no sólo vivimos en este contexto sino que el propio capitalismo ayuda a que el veganismo sea más fácil de llevar a la práctica.
Por tanto, el capitalismo sería un elemento moralmente neutro y una herramienta que (al igual que la tecnología) puede servir para hacer el bien o para hacer el mal. La manera en que lo usemos dependerá de nuestras creencias, nuestras actitudes y nuestras decisiones. Quizás haya mejores formas de organizarnos que la que el capitalismo propone, pero la culpa de nuestra inmoralidad no la tiene el capitalismo. La tenemos nosotros.

  • La estructura como explicación

En varios lugares del libro, nos encontramos con la defensa de esta idea: las acciones de los seres humanos no están condicionadas por su psicología o sus creencias sino que están determinadas por los sistemas estructurales (económicos y políticos) en los que están inmersos. Esta noción, como apunta el propio autor, está directamente sacada de la obra de David Nibert (que a su vez la extrae de Karl Marx). A partir se deduce que el especismo, o cualquier otro prejuicio discriminatorio similar, no sería entonces la causa de la opresión sino que es la existencia de la opresión la que crea posteriormente el prejuicio con el fin de intentar legimitar la opresión ya existente.
Esta idea, a la que denonimaremos estructuralismo, me resulta problemática por las siguientes razones:
Primero; no resulta fácil explicar de qué modo la opresión podría suceder si previamente no hay un prejuicio discriminatorio que permita o induzca a que dicha opresión se produzca. Alguien puede alegar que podemos cometer males sin tener ninguna conciencia de ello. Pero entonces no estaríamos cometiendo ningún mal desde el punto de vista ético. Si no hay conciencia moral, no puede haber falta moral. Podemos cometer errores por falta de reflexión o por haber sido engañados (adoctrinados) pero si incurrimos en un mal se debe a que tenemos una conciencia moral que nos lo advierte. Y por eso somos responsables de nuestros actos. Decir que somos ignorantes no justifica ni excusa lo que hacemos, puesto que si somos responsables entonces debemos reflexionar y averiguar en todo momento acerca de la moralidad de nuestras acciones. Esto mismo era lo que Sócrates pretendía en su época y por lo que se le considera el padre filosófico de la ética.
Sin conciencia moral no puede haber análisis ni juicio moral. Suena razonable suponer que, en gran parte, la opresión que ejercemos es consecuencia inercial de prácticas anteriores a que los humanos tuviéramos conciencia moral. Podemos comprobar ciertamente que los animales no-humanos (los cuales carecen de responsabilidad moral) incurren en comportamientos que objetivamente corresponden con aquellos comportamientos que consideramos inmorales (canibalismo, violación sexual, infanticidio). 
Segundo; si es cierto que los prejuicios son meras excusas (y no las causas) para mantener el status quo por parte de sus integrantes entonces no se comprende cómo explicaríamos que muchos de nosotros rechacemos activamente esos prejuicios a pesar de que estamos inmersos en el mismo sistema estructural que los demás y nos beneficiamos de él igualmente. La tesis estructuralista no puede explicar
 por qué algunos de nosotros hemos cambiado de mentalidad y, sobre todo, de conducta a pesar de que estábamos inmersos en las mismas dinámicas sociales que el resto y a pesar de que la explotación especista nos beneficiaba por el mero hecho de ser humanos.

Hay una evidente contradicción en esto: si nuestras ideas son mera consecuencia de nuestro estatus social o económico, y nuestra ideología sólo existe como medio de apoyo a este estatus, entonces resultaría imposible explicar de qué forma se ha producido la crítica y el rechazo por parte de algunos de sus propios integrantes. Hablamos de una crítica fundamentada en ideales éticos y morales y no (sólo) económicos o materiales. Además, tampoco parece razonable sostener que la ideología es una mera excusa. Si lo que hacemos no está causado por ideas (sino por estructuras económicas) ¿para que necesitamos ideologías entonces? Tercero; la noción de que los las estructuras políticas y económicas pueden existir por sí solas resulta, como mínimo, confusa. A mi modo de ver, no se explica cómo sería posible que, aunque todos dejáramos de ser racistas, sexistas o especistas, el sistema estructural opresor pudiera seguir funcionando y manteniendo dinámicas racistas, sexistas o especistas por sí mismo. Eso no parece tener sentido. Bajo mi punto de vista, la realidad es justamente al contrario: si de verdad rechazamos dichos prejuicios entonces todas las estructuras sociales que surgieron motivadas por esas ideologías deberían desaparecer como consecuencia directa. 

Es razonable prever que la inercia podría mantener determinados aspectos durante algún tiempo pero los iríamos eliminando progresivamente. Nadie razonable supone que los entramados sociales desaparecen de un día para otro. Incluso los cambios sociales que aparecen repentinos (como parece repentino el recién nacido que surge del seno de su madre) son en realidad el producto desencadenado por una larga gestación previa.Podemos aceptar sin duda que los sistemas estructurales ayudan a inculcar y perpetuar determinadas ideas y hábitos en favor de prácticas opresivas. Esto es algo muy evidente. Para eso fueron creados por los individuos. Pero asumir una teoría puramente materialista que considera que estos sistemas son entidades auto-existentes que tienen vida propia, independientemente de los individuos, sólo plantea más interrogantes sin solución y ninguna respuesta racional. 

La teoría estructuralista, además, no tiene en cuenta otros factores importantes y decisivos como son la biología y la tesis de que nuestra conducta está motivada y condicionada por rasgos biológicos inherentes a nuestra naturaleza de seres vivos y animales. Por eso es una postura reduccionista que, por prejuicio, deja a un lado las aportaciones que la ciencia deduce en el estudio empírico de la neurofisiología y de la conducta.


  • Conclusión

En cualquier caso, el libro de Bob Torres es una fuente de información valiosa y de la que considera que se puede sacar mucho provecho, sin necesidad de tener que estar de acuerdo obligadamente con todos sus planteamientos y conclusiones políticas e ideológicos. Si bien el texto no da la impresión de estar destinado a un público general, sino que más bien parece dirigido especialmente a marxistas, anarquistas de izquierdas y veganos (o personas que estén familiarizadas con estas ideas) creo no obstante que es una obra que se podría recomendar a todo el mundo que tenga un cierto interés en estas cuestiones. 
Aunque este artículo está centrado en mis desacuerdos con la postura de Bob Torres, a lo largo de mi lectura también he notado muchos puntos que considero bien acertados. Por mencionar algunos: la idea de que el problema esencial en nuestra visión de los animales nohumanos reside en que los consideramos como propiedad; la denuncia de supuestas organizaciones que dicen ser activistas pero que en realidad se han convertido en puros negocios; así como la defensa del activismo educacional. Los citados temas son habituales de este blog y coincido en gran medida con la exposición de Torres.  
En definitiva, tenemos que leer para informarnos, para reflexionar críticamente, y no para estar anticipadamente de acuerdo con todo lo que leemos. Si sólo leemos aquello que ya sabemos que coincide con nuestras ideas, entonces nunca aprenderemos cosas nuevas ni progresaremos en el conocimiento. Lo mismo que si rechazamos todo aquello que contradiga nuestras creencias previas. Por eso, entre otras cosas, este texto bien merece una lectura atenta.