Boda real bajo cero

Publicado el 04 julio 2011 por Matichica


De nada sirven los millones acumulados en las arcas reales; de nada sirve el mejor escenario que se pueda soñar para una boda de príncipes y princesas, de nada sirve el vestido diseño exclusivo de uno de los creadores más importantes del mundo; de nada sirve todo eso si no hay felicidad... Pese a que la boda monaguesca prometía glamour y charme a raudales, lo que me quedó es una sensación de vacío total. Ni siquiera los souvenirs -objetos tan codiciados para estas celebraciones- lograron disimular el rictus fingido de la ahora princesa de Mónaco, Charlene Wittstock.


Mucho se dijo sobre el intento de huida hacia su Sudáfrica natal para escapar de este compromiso con un hombre que al parecer esconde muchas cosas debajo de la alfombra -o en el clóset-, ´por ejemplo, hijos ilegítimos -uno de ellos habría nacido durante su noviazgo con su ahora esposa-. Además, siempre han circulado rumores sobre su sexualidad y la empedernida soltería hace sospechar que algunas razones ocultas habrá para negarse al destino como heredero al trono del principado que tiene asignado desde su nacimiento. Lo cierto es que haya intentado huir o no, Charlene finalmente firmó el acta matrimonial y también dio el sí por iglesia. De lo que no se privó es de demostrar -consciente o inconscientemente- su estado de ánimo.




El traje estuvo a cargo de una marca suiza, Akris y sorprendió por ser color acquamarina. Lució delicada y refinada; pero lejos de la alegría propia de las novias reales en el balcón.

Las invitadas se lucieron, la más mirada? Charlotte Casiraghi siempre en Chanel, como su madre, la eterna Carolina.




Y Máxima, siempre radiante, pese al peinado que últimamente elije y le da un aspecto de señora mayor.



Matilde de Bélgica muy elegante y con los detalles justos. El largo a la rodilla y los tonos pastel se impusieron para casi todas.



Si la boda civil fue fría, la religiosa directamente bajo cero. El rictus de Charlene, lejos de expresar los nervios lógicos, parecía no poder disimular su estado de ánimo. A estas alturas me pregunto para qué se casó. Supongo que sus razones -de pe$o- habrá tenido, pero imagino que en breve tendremos a una nueva Letizia en los eventos reales de Europa: extrema delgadez, tristeza y ganas de nada... El traje Armani -casa de la cual es embajadora- no podría haber sido más bello y acorde a ella -aunque es discutible el escote dado el ancho de su espalda de nadadora-. Sobrio, elegante, con el detalle justo de pedrería y recortes, casi sin accesorios -sólo lució la diadema pero no usó aros ni collar-, más una larga cola y un velo que le cubrió el rostro al entrar a la iglesia. Un maquillaje delicado resaltó las facciones de la novia y el cabello recogido en la nuca acompañaron perfectamente el estilismo elegido.




Las cuñadas se esmeraron en sus looks en tonos rosa pálido, pero lo que más admiro y valoro de las díscolas chicas Grimaldi es la forma en que han aceptado el paso del tiempo. Ni Carolina ni Estefanía se hicieron cirugías en el rostro, y pese a las muchas arrugas que lucen, no pierden el charme que heredaron de su madre -la gran Grace Kelly de quien ya hemos hablado acá-.



A su vez, las nuevas generaciones mantienen el legado





Otra vez Máxima brillando en composé con su marido

Ines de la Fressange y sus hijas

Matilde de Bélgica

Giorgio Armani

Victoria de Suecia, ella sí que es feliz con su plebeyo



Hay muchísimos looks más y pueden verlos acá o comprar la revista Hola que este martes saldrá con la más completa cobertura. Pero más allá del diseño del vestido, del look de las invitadas, del glamour de Mónaco y del sol radiante, para mí la cara de tristeza de Charlene no puede negarse y el rumor del intento de huída no podrá ser silenciado pese a los comunicados oficiales diciendo lo contrario. Veremos cuánto tardan en concebir al heredero necesario para que la dinastía Grimaldi continúe al frente del Principado, al fin y al cabo, el único y verdadero motivo por el cual un solterón como Alberto se decidió a dar el sí. Tal vez me equivoque, pero visualizo divorcio en buenos términos una vez nacido el varón que garantice el trono.

Bien, qué me dicen de esta boda? ¿Coinciden conmigo o para ustedes hay felicidad enmascarada por los nervios? Yo no puedo evitar compararla con otra boda que compartimos acá mismo hace unos meses: la de Guillermo y Kate de Inglaterra, se acuerdan? Allí las sonrisas no hicieron más que realzar la belleza de la novia... Acá, esas expresiones brillaron por su ausencia... Aguardo sus comments, amig@s, como cada día. Seguimos on line, besitos:>