Borreguismo, osea Colectivismo.

Por Peterpank @castguer
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Puesto porJCP on Jun 5, 2013 in Política

Colectivismo significa subyugar el individuo a un grupo – da lo mismo que sea una raza, una clase o un estado. El colectivismo sostiene que el hombre debe estar encadenado a la acción colectiva y al pensamiento colectivo en aras de lo que llaman “el bien común”.

El colectivismo sostiene que, en los asuntos humanos, el colectivo – la sociedad, la comunidad, la nación, el proletariado, la raza, etc. – es la unidad de realidad y el estándar de valor. Desde esta perspectiva, el individuo es real sólo como parte del grupo, y tiene valor sólo en la medida en que le sirve al grupo.

El colectivismo sostiene que el individuo no tiene derechos, que su vida y su trabajo le pertenecen al grupo. . . y que el grupo puede sacrificarlo a su antojo para sus propios intereses. La única manera de poner en práctica una doctrina de ese tipo es por medio de la fuerza bruta – y el estatismo siempre ha  sido el corolario político del colectivismo.

Fascismo y comunismo no son dos cosas opuestas, sino dos bandas rivales luchando por el mismo territorio. . . ambas son variantes del estatismo, que se basa en el principio colectivista que el hombre es un esclavo del Estado, sin derechos.

Los colectivistas modernos. . . ven a la sociedad como un meta-organismo, como algún tipo de entidad sobrenatural, aparte de, y superior a, la suma de sus miembros individuales.

La filosofía del colectivismo afirma la existencia de un organismo social místico (y que no se puede percibir), a la vez que niega la realidad de individuos que sí se pueden percibir – una visión que implica que los sentidos del hombre no son un instrumento válido para percibir la realidad. El colectivismo sostiene que una élite dotada de una visión mística especial debe gobernar a los hombres – lo que implica la existencia de una fuente de conocimiento de la élite, un depósito de revelaciones inaccesibles a la lógica y que trascienden a la mente. El colectivismo niega que los hombres deban tratar los unos con los otros de manera voluntaria, solucionando sus controversias mediante un proceso de persuasión racional; declara que los hombres deberían vivir bajo el reino de la fuerza física (implementada por el dictador del Estado omnipotente) – una posición que rechaza la razón como guía y árbitro de las relaciones humanas.

Desde cualquier punto de vista, la teoría del colectivismo apunta a la misma conclusión: el colectivismo y la defensa de la razón son filosóficamente antagónicos; es el uno o la otra.

La filosofía política del colectivismo se basa en una visión del hombre como un incompetente congénito, una criatura impotente, sin mente, que debe dejarse engañar y ser gobernado por una élite especial que alega algún tipo de sabiduría superior y un ansia de poder.

Lo que es el subjetivismo en el ámbito de la ética, es el colectivismo en el ámbito de la política. Así como la noción que “Cualquier cosa es correcta porque yo decidí hacerla” no es un principio moral, sino una negación de la moralidad – así también la noción de que “Cualquier cosa que la sociedad haga es correcta porque la sociedad decidió hacerla” no es un principio moral, sino una negación de los principios morales y el destierro de la moralidad en cuestiones sociales.

Como poder cultural-intelectual y como ideal moral, el colectivismo murió en la Segunda Guerra Mundial. Si todavía estamos rodando en su dirección, es sólo por la apatía de un vacío y la inercia de la desintegración. Un movimiento social que comienza con las divagaciones dialécticas espesas y exasperantes de Hegel y Marx, y acaba con una horda de niños enfangados moralmente, que patalean y chillan: “¡Lo quiero ahora!” está acabado.

El colectivismo ha perdido las dos armas fundamentales que lo llevaron al poder mundial y que hicieron posibles todas sus victorias: la intelectualidad y el idealismo, o la razón y la moralidad. Tuvo que perderlas precisamente en la cima de su éxito, ya que su pretensión a ambas era un fraude: la plena, verdadera realidad de los estados socialistas-comunistas-fascistas ha demostrado la irracionalidad bruta de los sistemas colectivistas y la inhumanidad del altruismo como código moral.

El colectivismo no predica el sacrificio como un medio temporal para alcanzar algún tipo de objetivo deseable. El sacrificio es su objetivo – el sacrificio como estilo de vida. Es la independencia del hombre, el éxito, la prosperidad y la felicidad lo que los colectivistas quieren destruir.

Observad el bufido de odio histérico con el que escuchan cualquier sugerencia de que el sacrificio no es necesario, que una sociedad sin sacrificios es posible para los hombres, que es la única sociedad capaz de lograr el bienestar del hombre.

Los partidarios del colectivismo están motivados, no por un deseo de felicidad para los hombres, sino por el odio contra el hombre. . . el odio contra lo bueno por ser lo bueno;. . . el foco de ese odio, el blanco de su furia apasionada, es el hombre de habilidad.