Mis dos grandes aficiones han sido desde mi adolescencia, la fotografía y los acuarios. Las he llevado siempre separadas y nunca he sentido la necesidad de juntarlas. Un acuario, sobre todo cuando es de grande tamaño, llama a la contemplación, ayuda mucho a relajarse y a perder el sentido del tiempo. Construir un paisaje desde cero ha sido desde siempre para mí una actividad muy enriquecedora, que enseña el gusto y la composición. Una actividad manual que luego se transforma en algo visual. Puede ser que mi fotografía del silencio tenga sus raíces en esto de los acuarios. En la decoración de los acuarios, juegan un papel fundamental las plantas porque es necesario conocerlas y saber cómo se desarrollan para que la decoración del acuario no sea bonita solo en el momento de la puesta en marcha si no sobre todo con el paso del tiempo. Esto es un ejercicio de imaginación sustentada por conocimiento biológico. Para mí el paso de las plantas de acuario al bonsái y a los árboles en general, ha sido un creciendo que nunca se ha detenido. Hace tres semanas, en el taller Pilar Pequeño me he introducido al concepto de Naturaleza sumergida y la semana después, en mi estancia en Lisboa, me encontré con el cartel de arriba: “Bosques Subacuáticos”…me pareció que de repente muchas cosas encontraban un orden y una lógica que un segundo antes no parecían tener.
La exposición en el “Oceanario” de Lisboa está basada en un acuario a forma de “U” de 160.000 litros, cuyo paisaje se ha creado con 4 toneladas de arena, 25 toneladas de roca volcánica y 78 troncos de árboles; la pieza central de este acuario único al mundo son las 46 especies de plantas acuáticas que crean este bosque sumergido lleno de magia y de belleza. Las 40 especies diferentes de peces de agua dulce tropical, casi no se percibían, porque la mirada y el pensamiento se concentraban en el paisaje y no en sus habitantes. El autor de tanta belleza es Takashi Amano, fotógrafo de la Naturaleza y maestro de arte en la decoración de acuarios. La excepcionalidad de la propuesta no está solo en la obra de Takashi, si no también en la música que Rodrigo Leăo (fundador del grupo Madredeus) ha compuesto expresamente para esta exposición. Una unión entre arte visual y musical que invita a la contemplación, a la relajación a la quietud y al amar la sencillez y la belleza de la Naturaleza en forma de tiempo. Una unión entre dos medios expresivos que he relacionado (perdonadme la “insolencia”) con lo que intento hacer en el proyecto Emotionage.
La única rabia que tuve visitando la exposición, fue el hecho que no disponía de ninguna cámara fotográfica mínimamente seria para intentar recoger en imágenes las sensaciones que probaba mientras estaba en aquella sala; todas las imágenes que he colgado en este post están hechas con la cámara de mi móvil (una Blackberry). Por esto, os invito a ver también este video oficial del “Oceanario de Lisboa” hecho en Timelapse accelerado.
La semana que viene el post será dedicado a una exposición fotográfica que me encontré hace algunos meses en la parada del metro de Madrid de Plaza Castilla…