Las fotografías de Brassaï, seudónimo con el que se conoce al fotógrafo francés Gyula Halász (1899-1984), evocan el universo artístico e intelectual del París de los años treinta. Brassaï, nacido en Hungría, llegó a la capital francesa en 1924. Allí ejerció el oficio de periodista, a través del cual entró en el mundo de la fotografía.
Sus primeras obras coinciden con el auge del surrealismo en Francia, movimiento que otorgaba un papel central a la fotografía en la creación literaria. La imagen fotográfica formaba parte del texto surrealista pues, además de ejercer la función de documento gráfico, propiciaba el desdoblamiento de la personalidad poética como sujeto y objeto simultáneamente.
Aunque Brassaï siempre negó su pertenencia al movimiento surrealista, las coincidencias con este son significativas. Las imágenes que captó del París nocturno y secreto de los años treinta, por ejemplo, revelan la misma atracción hacia la ciudad, la magia nocturna y el universo onírico que expresaban los surrealistas.
A pesar de todas estas conexiones, conviene aclarar que las fotografías de Brassaï, junto con un componente claramente surrealista, tienen otro que se fundamenta en la tradición realista, y que por tanto, es ajeno a aquel movimiento artístico. Sin caer en la fotografía meramente documental, Brassaï obtenía imágenes evocadoras que condensaban la atmósfera de un momento o de una época, acercándose a la noción de lo "fantástico social" definida por Pierre Mac Orlan. Las fotografías de personajes del París nocturno, por ejemplo, se hallan en esta línea: son imágenes descritas mediante recursos poéticos. Por eso podemos decir que Brassaï no es un reportero gráfico, sino un poeta con una cámara.
En cualquier caso, la obra de Brassaï no se agota con los postulados surrealistas, pues sus fotografías se hacían eco de las nuevas preocupaciones intelectuales que surgirían con la década de los cuarenta: el interés fenomenológico por las cosas o la cultura popular, por citar algunas.
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