El artista pues traduce en arte, no crea, la realidad que lo envuelve. En el caso de Bridget Riley esta realidad está conformada por colores, ritmos, contrastes, composición, planos, estados de estabilidad e inestabilidad. Esta misma preocupación por la naturaleza íntrinseca del lenguaje pictórico es la que se encuentra en obras de Rafael o Mantegna, presentes en la exposición y en el catálogo. Es sorprendente ver cómo la artista nos muestra cuánto existe de contemporáneo en los planteamientos de artistas del pasado, cómo la abstracción es intrínseca al lenguaje pictórico mucho antes de que la historia del arte se diera cuenta de ello. Este libro es un verdadero placer y una lección del acto de mirar.
El artista pues traduce en arte, no crea, la realidad que lo envuelve. En el caso de Bridget Riley esta realidad está conformada por colores, ritmos, contrastes, composición, planos, estados de estabilidad e inestabilidad. Esta misma preocupación por la naturaleza íntrinseca del lenguaje pictórico es la que se encuentra en obras de Rafael o Mantegna, presentes en la exposición y en el catálogo. Es sorprendente ver cómo la artista nos muestra cuánto existe de contemporáneo en los planteamientos de artistas del pasado, cómo la abstracción es intrínseca al lenguaje pictórico mucho antes de que la historia del arte se diera cuenta de ello. Este libro es un verdadero placer y una lección del acto de mirar.