Bronstein explora en sus dibujos cómo la arquitectura manipula los sueños

Por Vilanova_studio
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EFE
En la imagen, cedida por el Institute of Contemporany Arts de Londres, una vista
Londres, 9 jun (EFE).- El artista argentino Pablo Bronstein, de 33 años, explora en su nueva exposición londinense, "Sketches for Regency Living", la forma en que la arquitectura se ha convertido en una mercancía más, manipulando los "sueños" de los consumidores.
La exposición, abierta hoy en el Institute of Contemporary Art (ICA) de Londres, donde estará hasta el 25 de septiembre, es una mirada crítica a la evolución de los gustos de la clase media desde el siglo XVIII en Inglaterra, donde Bronstein vive desde los cuatro años y ha estudiado Bellas Artes.
La exposición parodia las construcciones desde los días de la Ilustración, cuando las clases medias comenzaron a consumir en masa, buscando emular en cierta forma el lujo de la aristocracia.
"La muestra trata de examinar un poco cuando empezamos a venderle mierda arquitectónica a la gente", explica Bronstein frente a una serie de cuadros que recorren las escaleras del ICA, que por primera vez dedica todo su espacio - tres plantas y escalera- a un solo artista.
Subiendo la escalera, pueden verse variaciones en el decorado de la fachada de un edificio de doble planta típico de un determinado período de la arquitectura británica en lo que puede interpretarse como una crítica a la falsa "personalización" del producto.
"Lo que me interesa de la construcción del siglo XVIII es que es arquitectura de mala calidad. Son malos edificios, muchos ni tienen cimientos (...) y están hechos por gente que quiere hacer dinero y vender un estilo de vida lo más barato que puedan", declara Bronstein.
Es la misma idea que exploró durante su participación en el Manifesta, en Murcia, donde hizo unos dibujos en torno a "una exhibición ficticia sobre la arquitectura árabe en el sur de España", tipo de construcción que confiesa que le encanta.
Entre las obras más espectaculares expuestas en el ICA figura un gran mural hecho en pintura acrílica que representa un majestuoso edificio público sin un fin concreto, como precisa Bronstein, y cuyo sobrio aspecto contrasta con los sinuosos movimientos de dos bailarinas que se turnan para representar coreografías creadas por el propio artista.
"Me gusta la idea de ciudadanos virtuales, como la de edificios virtuales y pongo a los bailarines como ornamentos humanos", apunta.
También llama la atención el espacio teatral que ha diseñado en otra de las salas del ICA y que albergará todo tipo de eventos.
Pintado de color azul eléctrico contrasta con una fachada blanca cuya sola decoración es una cornisa prefabricada de diseño antiguo, una nueva parodia del tipo de arquitectura que nació 200 años atrás.
Los muebles son una parte importante de la exhibición, con dos mesas que se transforman en una cama y un armario de proporciones gigantescas que se convierte en un despacho, con mesa de trabajo y caja fuerte incluidas.
"La idea es hablar del gusto del siglo XVIII, de esa necesidad que tenían ellos de transformar una cosa en otra. (Los muebles) son totalmente inapropiados. No es que los necesitaran, es que les gustaban y por eso crearon una necesidad a base del gusto", narra Bronstein.
En un futuro muy próximo, Bronstein profundizará en su línea crítica con una instalación en Copenhague que describe como "un gigantesco urinario unisex", que le permitirá "hablar del paralelismo entre la cloaca y el mundo moderno".
Este gran mingitorio estará abierto al público y será "arquitectura con olor", tema que Bronstein relaciona con los momentos "de rebelión contra la arquitectura, como cuando la gente se emborracha y mea contra los edificios".
En la imagen, cedida por el Institute of Contemporany Arts de Londres, una vista de la obra "Regency box" (2011) que forma parte de la exposición "Sketches for Regency Living", que el artista argentino Pablo Bronstein ha organizado en el Institute of Contemporary Arts de Londres, en la que explora la forma en que la arquitectura se ha convertido en una mercancía más, manipulando los "sueños" de los consumidores. EFE