Para empezar, el MacGuffin que sostiene toda la historia es francamente brillante, una artimaña que desmonta todas las anticipaciones del espectador. No doy más detalles para no incurrir en delito de spoiler. En el desarrollo de la historia es cuando aparecen los síntomas de atrofia narrativa: cuarenta minutos largos para presentar a los dos protagonistas o la recreación excesivamente larga las historias secundarias que tratan de distraer el objetivo real (nunca revelado) de la trama. Sin embargo, las interpretaciones de la pareja protagonista (especialmente Pitt, componiendo un personaje complejo, más allá del típico canallita tarantinesco) o algunos flashbacks, realmente divertidos unos, demasiado autorreferenciales otros, hacen más animada la espera.
Algunos expertos dicen (y yo estoy empezando a creerlo también) que Tarantino no puede rodar un plano sin que haya también un homenaje o una referencia cinéfila de cualquier clase. En esta ocasión le ha tocado al spaguetti western, una elección acorde con el tono evocador de la película (repleta de elementos, iconos y paisajes que hacer valer la inversión del diseño de producción), en el que destacan sobre todo la ciudad de Los Angeles y el género cinematográfico que iluminó la juventud del cineasta (con Clint Eastwood como icono, igual que Indiana Jones supuso para mi generación). La recreación de los rodajes de la época abruma, incluso en ocasiones cansa; tanto o más que la profusión de elementos formales y técnicos de Kill Bill vol. 1 y Kill Bill vol. 2 (2003). Llega un punto en que el espectador desconecta de tanto homenaje y tanta cita que sólo los expertos saben reconocer.
Construida sobre un brillante engaño en el que todos los detalles que parecían nimios y gratuitos cobran un sentido, creo que Érase una vez en Hollywood se podría haber despachado en un hora y media intensa, logrando el mismo efecto en el espectador y sin tener que renunciar a dejar caer sus obsesiones formales e intertextuales. Un filme a exactamente a la misma altura, en aciertos y defectos, que Los odiosos ocho (2015).