Buenos tiempos para la democracia

Por Miguel @MiguelJaraBlog

No por esperada deja de refulgir la victoria del PP en las elecciones pero por mucho que ahora ese esplendor amenace con repetir la ceremonia de la confusión no hemos de olvidar lo esencial de los tiempos que atravesamos. El poder real de un gobierno en el contexto capitalista actual es estrecho. España va a estar gobernada por capitales extranjeros desde fuera, eso que se ha dado en llamar “los mercados“, la red poco transparente de intereses financieros y empresariales de alto estanding que están detrás de las decisiones que toman los grandes bancos, como el Banco Central Europeo, la Comisión Europea e instituciones como el Fondo Monetario Internacional. Las mismas políticas que arruinaron América Latina en los años setenta del siglo pasado son las que están aplicándose ahora en Europa y con algunos de los mismos protagonistas.

Quizás los países más fuertes puedan aguantar más pero es el camino que esto lleva, mientras no podamos controlar eso con otros procesos de participación y decisión, lo único que podremos hacer en las elecciones es votar un representante que va a dialogar, con escaso margen de movimientos, con los que mandan.

El abstencionismo ha crecido pero no lo suficiente para deslegitimar este modelo electoral y además con ello ha ganado un poco más el ganador de la ocasión. Una ocasión en la que volvemos a ver, gustos partidistas aparte, que el sistema electoral actual es injusto y, aunque con otro más equilibrado las cosas no cambiarían en lo sustancial, al menos se podría hablar de justicia y ética (quienes lo reformen se apuntarán ese tanto).

Los cambios no pueden ser solo de mercado de empleo, recortes y demás, como los que propondrá el ganador de las elecciones. Son necesarias nuevas estructuras que le den el poder al pueblo, pero de verdad, tanto en nuestro país como internacionalmente. El bipartidismo ha perdido alrededor de un 10% de votantes. Los beneficiados han sido los partidos minoritarios que ahora componen un parlamento más variado. La ciudadanía comienza  percibir que hay partidos que llegan a suicidarse traicionando a sus electores y eso nos obliga a preguntarnos por el origen de las presiones que han debido de recibir pues nadie se suicida por gusto.

Otros partidos parecen nacer de sus cenizas con un discurso rebelde ante esta situación pero deberán ser realmente la voz de la calle, al menos de la calle “sin voz” si quieren conseguir alguna efectividad. Se busca otra manera de hacer política. Democracia real interna y horizontal, democracia directa, partidos construidos desde abajo… que estén sometidos al escrutinio de sus bases y sean meros canalizadores de las inquietudes ciudadanas y no su “vanguardia”. Con financiación transparente e independencia de la misma y mucho valor para ser coherentes y que los intereses de las personas estén siempre por encima de los del dinero y sus representantes. Algunos partidos coinciden en este fondo pero hay que hacerlo también en las formas. Ese es el reto electoral de los próximos años si queremos que lleguen buenos tiempos para la democracia.