Hay que ver lo que he avanzado desde hace un par de años hasta ahora. No sabía ni coger la aguja de ganchillo, me desesperaba terriblemente y ahora es una de las labores que más me relajan y que siempre llevo en la mochila a todas partes para dedicarle un tiempo en los ratos muertos. Pero no cualquier labor de ganchillo, sino los amigurumis. Salen piezas tan bonitas y adorables. Ahora en mi casa parece que tengo sobre la mesa un zoológico pero quien primero se ha apuntado a la sesión de fotos ha sido el Búho Bonifacio. Un amigurumi de ojos grandes y corazón enoooorme que tiene muchas papeletas para terminar siendo un llavero. ¿Y tú qué opinas?