BÚSQUEDA La senda de la evolución es infinita; en ella, cada etapa concluida se transforma en la apertura de un nuevo ciclo. Para el hombre, la búsqueda consiste en asumir conscientemente esa senda. Es fruto de la constante presión para evolucionar, que se origina en la esencia de su ser. Es eterna, pues en cada plano se abdica del grado de unificación alcanzado para seguir rumbo a nuevas ampliaciones. Durante la búsqueda, la consciencia confirma y perfecciona su desarrollo a través de las pruebas de la vida diaria. Si cae o se desvía, el individuo debe encontrar en su interior el impulso que lo levantará y lo volverá a conducir. La luz del alma le revela el verdadero trayecto. La búsqueda es la expresión de la Ley de Retorno, que lleva a todos los seres de vuelta al Origen. A cierta altura de la trayectoria, búsqueda y buscador se funden en una realidad mayor y, entonces, la búsqueda deja de existir tal como se la comprende en sus etapas iniciales; continúa como un movimiento ascensional, unificado, de la conciencia individual y del cosmos. A pesar de que en la Tierra las fases iniciales de la búsqueda - que incluyen la transición del nivel humano a la vida supramental - sean arduas y de que, por lo general, constituyan un largo recorrido, si no fuesen asumidas, la evolución quedaría estancada. Se debe tener presente que las dificultades se superan cuando los individuos están abiertos al proceso evolutivo. Los que adhieren a esa transición viven situaciones que pueden ser descritas simbólicamente: es como si, habiendo llegado a la orilla de un gran río, tuviesen que atravesarlo. No pueden retroceder, pues ya no tienen acceso al camino que recorrieron. Si vacilan, un fuerte viento los arroja al agua. No tienen elección, pues la decisión de avanzar fue tomada en niveles que trascienden su libre albedrío. En medio de las aguas, comienzan a nadar; tienen que enfrentar la correntada, luchar contra ella. Si persisten, llegan a determinado punto de la travesía desde donde ven una isla, hacia la cual se dirigen. En sus playas hayan un barco con remos que les permite proseguir la jornada en mejores condiciones. Ya no tienen que vencer la correntada en forma directa, pues usan los remos para que el barco se deslice sobre las aguas; así, la correntada continúa, pero ellos disponen de mejores recursos para navegar. Más adelante, en esa larga travesía, encuentran otra isla donde los aguarda un barco de vela; de allí en adelante, movidos por el viento, ya no hacen ningún esfuerzo por sí mismos para llegar a la otra orilla. Estas imágenes simbolizan fases de la búsqueda y de la relación de los seres despiertos con las fuerzas materiales: al principio, están inmersos en un mar de esas fuerzas, aunque, como los nadadores, tengan la cabeza fuera del agua, pues ya despertaron. Pero para avanzar, necesitan vencerlas. Luchan "cuerpo a cuerpo" con ellas, y van adquiriendo destreza en sus movimientos, descubren cómo ir adelante sin tantas resistencias, hasta que llegan a la isla - etapa en que los cuerpos materiales comienzan a funcionar en conjunto. Ese proceso de integración no cuenta sólo con el esfuerzo externo; es conducido por el alma y , así, la personalidad pasa a interactuar con el mundo formal sin involucrarse totalmente. Mas, en tanto se encuentra vinculada a las leyes naturales, debe disponer principalmente de los propios recursos para progresar. En la fase siguiente, cuando predomina el fuego del alma, una nueva coyuntura rige la evolución de los seres. Esa fase es la del barco de vela. El mundo externo continúa con sus leyes, pero ellos ya no están a su merced y avanzan sin contar exclusivamente con las posibilidades humanas. Su conciencia está por encima del plano de las luchas, aunque conviva con ese plano y en él construya con creatividad las obras necesarias para la revelación de la luz interior. Para andar con menos impedimentos y prestar más ayuda al mundo, es necesario que la meta superior elegida esté clara y que en ella persevere con fidelidad. Cuando se persiste en la búsqueda, la compasión, la fe y la humildad emergen poco a poco en el ser, pues la energía de amor impersonal que lo impulsa en esa trayectoria se origina en la Fuente de la Vida, realidad última que un día todos alcanzarán. Paul Brunton resume los dos modos de ir al encuentro de la propia realidad interna (THE NOTEBOOKS OF PAUL BRUNTON, Volume II, Larson Publications, New York; publicado también por Editorial Kier, con el título AGENDAS): el sendero largo, basado en el autoperfeccionamiento, en la autopurificación y en el esfuerzo personal; y el sendero corto, basado en el completo olvido del yo y en orientar la mente hacia la vida verdadera, evocándola constantemente e identificándose con ella. En el primer caso, se progresa hasta cierto punto. En el segundo, el poder superior acude en su ayuda con la Gracia. Las claves para el sendero corto son: 1) Dejar de buscar la esencia interna, pues ella está siempre presente. 2) Creer en su presencia dentro del propio ser. 3) Continuar tratando de comprender la verdadera esencia de la vida hasta poder abandonar los pensamientos humanos acerca de ella. El sendero corto se vale del estudio metafísico de la realidad, de su evocación constante durante la vida diaria en el mundo material y de la entrega a ella, en la quietud. En estas actividades no hay referencia al ego personal; no hay recuerdo ni reflexión respecto de sí mismo, sino sólo unión con lo trascendente, con lo que está por encima de todas las ideas humanas. Fuente: LÉXICO ESOTÉRICO de la obra de TRIGUEIRINHO
BÚSQUEDA La senda de la evolución es infinita; en ella, cada etapa concluida se transforma en la apertura de un nuevo ciclo. Para el hombre, la búsqueda consiste en asumir conscientemente esa senda. Es fruto de la constante presión para evolucionar, que se origina en la esencia de su ser. Es eterna, pues en cada plano se abdica del grado de unificación alcanzado para seguir rumbo a nuevas ampliaciones. Durante la búsqueda, la consciencia confirma y perfecciona su desarrollo a través de las pruebas de la vida diaria. Si cae o se desvía, el individuo debe encontrar en su interior el impulso que lo levantará y lo volverá a conducir. La luz del alma le revela el verdadero trayecto. La búsqueda es la expresión de la Ley de Retorno, que lleva a todos los seres de vuelta al Origen. A cierta altura de la trayectoria, búsqueda y buscador se funden en una realidad mayor y, entonces, la búsqueda deja de existir tal como se la comprende en sus etapas iniciales; continúa como un movimiento ascensional, unificado, de la conciencia individual y del cosmos. A pesar de que en la Tierra las fases iniciales de la búsqueda - que incluyen la transición del nivel humano a la vida supramental - sean arduas y de que, por lo general, constituyan un largo recorrido, si no fuesen asumidas, la evolución quedaría estancada. Se debe tener presente que las dificultades se superan cuando los individuos están abiertos al proceso evolutivo. Los que adhieren a esa transición viven situaciones que pueden ser descritas simbólicamente: es como si, habiendo llegado a la orilla de un gran río, tuviesen que atravesarlo. No pueden retroceder, pues ya no tienen acceso al camino que recorrieron. Si vacilan, un fuerte viento los arroja al agua. No tienen elección, pues la decisión de avanzar fue tomada en niveles que trascienden su libre albedrío. En medio de las aguas, comienzan a nadar; tienen que enfrentar la correntada, luchar contra ella. Si persisten, llegan a determinado punto de la travesía desde donde ven una isla, hacia la cual se dirigen. En sus playas hayan un barco con remos que les permite proseguir la jornada en mejores condiciones. Ya no tienen que vencer la correntada en forma directa, pues usan los remos para que el barco se deslice sobre las aguas; así, la correntada continúa, pero ellos disponen de mejores recursos para navegar. Más adelante, en esa larga travesía, encuentran otra isla donde los aguarda un barco de vela; de allí en adelante, movidos por el viento, ya no hacen ningún esfuerzo por sí mismos para llegar a la otra orilla. Estas imágenes simbolizan fases de la búsqueda y de la relación de los seres despiertos con las fuerzas materiales: al principio, están inmersos en un mar de esas fuerzas, aunque, como los nadadores, tengan la cabeza fuera del agua, pues ya despertaron. Pero para avanzar, necesitan vencerlas. Luchan "cuerpo a cuerpo" con ellas, y van adquiriendo destreza en sus movimientos, descubren cómo ir adelante sin tantas resistencias, hasta que llegan a la isla - etapa en que los cuerpos materiales comienzan a funcionar en conjunto. Ese proceso de integración no cuenta sólo con el esfuerzo externo; es conducido por el alma y , así, la personalidad pasa a interactuar con el mundo formal sin involucrarse totalmente. Mas, en tanto se encuentra vinculada a las leyes naturales, debe disponer principalmente de los propios recursos para progresar. En la fase siguiente, cuando predomina el fuego del alma, una nueva coyuntura rige la evolución de los seres. Esa fase es la del barco de vela. El mundo externo continúa con sus leyes, pero ellos ya no están a su merced y avanzan sin contar exclusivamente con las posibilidades humanas. Su conciencia está por encima del plano de las luchas, aunque conviva con ese plano y en él construya con creatividad las obras necesarias para la revelación de la luz interior. Para andar con menos impedimentos y prestar más ayuda al mundo, es necesario que la meta superior elegida esté clara y que en ella persevere con fidelidad. Cuando se persiste en la búsqueda, la compasión, la fe y la humildad emergen poco a poco en el ser, pues la energía de amor impersonal que lo impulsa en esa trayectoria se origina en la Fuente de la Vida, realidad última que un día todos alcanzarán. Paul Brunton resume los dos modos de ir al encuentro de la propia realidad interna (THE NOTEBOOKS OF PAUL BRUNTON, Volume II, Larson Publications, New York; publicado también por Editorial Kier, con el título AGENDAS): el sendero largo, basado en el autoperfeccionamiento, en la autopurificación y en el esfuerzo personal; y el sendero corto, basado en el completo olvido del yo y en orientar la mente hacia la vida verdadera, evocándola constantemente e identificándose con ella. En el primer caso, se progresa hasta cierto punto. En el segundo, el poder superior acude en su ayuda con la Gracia. Las claves para el sendero corto son: 1) Dejar de buscar la esencia interna, pues ella está siempre presente. 2) Creer en su presencia dentro del propio ser. 3) Continuar tratando de comprender la verdadera esencia de la vida hasta poder abandonar los pensamientos humanos acerca de ella. El sendero corto se vale del estudio metafísico de la realidad, de su evocación constante durante la vida diaria en el mundo material y de la entrega a ella, en la quietud. En estas actividades no hay referencia al ego personal; no hay recuerdo ni reflexión respecto de sí mismo, sino sólo unión con lo trascendente, con lo que está por encima de todas las ideas humanas. Fuente: LÉXICO ESOTÉRICO de la obra de TRIGUEIRINHO