El sombrero de fieltro gris y el abrigo negro del Marinero cuelgan retorcidos en atrofiada espera de opio. Sol matinal nimbaba al Marinero en la llamarada color naranja de la droga. Había una servilleta de papel debajo de su taza de café —la marca de los que esperan mucho tiempo sentados ante un café en las plazas, restaurantes, terminales y salas de espera del mundo. Un yonqui, incluso al nivel del Marinero, vive en el Tiempo-droga, y cuando irrumpe inoportunamente en el Tiempo de los otros, como todos los viajantes, debe esperar (¿cuántos cafés en cada hora?).
CD