27/11 El cantante echa de menos su piel, su cabello, la luna reflejada en sus ojos. Yo pienso que ahora tú también echas de menos todo eso de mí. Y yo de ti, para qué negarlo, pero es lunes y llueve y el cielo está oscuro porque las nubes tapan el amanecer. Y me recuerda a esa madrugada de agosto en que quedamos para ver el amanecer en la playa con las tablas de paddlesurf. Tú estabas enfadado conmigo, no era un día para ese plan. Se puso a llover en cuanto nos metimos en el agua, así que salimos a los dos segundos. No hablamos mientras desinflábamos las tablas. Yo te paraba de vez en cuando y me disculpaba y te daba las gracias por haber venido porque sé lo difícil que es para ti a veces. Te propuse ir a desayunar, pero no quisiste, querías irte a casa. Y me quedé sola, llorando. Y no quiero que me vuelvas a hacer eso nunca. Me merezco un amor que no duela, que me cuide aunque le llame a las 5 de la mañana para que me venga a buscar.
29/11 Me decías que no me querías gastar las lágrimas y creo que eso no me va a pasar nunca. Me voy a dormir llorando mirando tus fotos. Planean un viaje al sur de Francia y pienso que una de las paradas podría ser Nimes y se me encoge el corazón, se me sube el estómago a la garganta. No quiero ir con nadie más a ningún sitio donde haya estado contigo. Siento que moriré si lo hago, una fuerza invisible me partirá en dos porque habré tapado un recuerdo contigo con otro insípido y poco valioso.
Me despierto en una cama ajena a las 7 de la mañana y lo primero que me viene a la mente eres tú. Te quiero a mi lado otra vez.
Qué bien volver a escribirte, qué bien volver a poner orden a mis sentimientos y qué bien y a la vez qué mal que haya pasado tanto tiempo y te siga sintiendo con tanta fuerza. Si le pongo fecha, todo cobra sentido.
Ahora, cuando bebo mucho, me enfado con otros. Pensaba que quizá el problema era quién me rodeaba, pero el problema lo tengo yo. Necesito alguien que lleve todo mi peso y, aunque parece liviano, engaña. Nadie puede hacer mi trabajo, debo hacerlo yo sola.
30/11 El corazón que te dibujé con mi sangre. Creo que hoy me basta con escribir eso. No me basta, pero no quiero irme tan lejos, a nuestro viaje de Suiza, con frío, con ganas de comernos el mundo. Y Jaguayano, que lo escucho por ti. Lo pusiste en el altavoz en aquella playa de cemento, en las escaleras. Creo que nunca llegué a publicar ese texto.
1/12 Pienso en la cara de bebé que ponías cuando te decía que te iba a preparar pescado. Y sacabas la lengua y decías «bua», como si fueses a vomitar. Me dabas ternura y me gustaba que me dijeras que te daban nervios. No entendí esa frase hasta más tarde. Preparábamos el desayuno en la cocina de Vilanova y te daba vergüenza porque estaban mis padres, pero cuando sabíamos que no nos veían, nos abrazábamos y besábamos. Quiero arroparte y decirte que eres bonito. Te llamo bonito porque así es como nos llama mi madre.
2/12 Voy en la moto detrás de él, volvemos de los bunkers, donde no había estado nunca y después de un atardecer precioso, le guío para pasar por la Sagrada Familia, para estar más triste, el mismo lugar por donde pasamos tú y yo en Sant Jordi. No fue este año, fue el anterior, cuando me moría cada vez que te veía. Me sigo muriendo cada vez que te veo. Me reía mucho, íbamos borrachos, grabé un vídeo donde no se nos ve, solo la fachada de la basílica torcida. Te regalé un libro que ya te habías leído y que te había gustado mucho. No hubo marcapáginas. Tú no me regalaste nada. Un beso, los mejores besos de mi vida, el mejor sabor.
No me hace caso y bajamos por General Mitre y me enfado por dentro. Quería ver la Sagrada Familia y sentirte de nuevo. Sentir que mi vida se está repitiendo, pero de una forma descafeinada.
3/12 Son las 4 de la mañana y tengo ganas de escribirte un corazón, de esos grandes que palpitan y con los que nos entendemos, pero pensarás que estoy borracha y no quiero que pienses que solo te escribo cuando bebo. Prefiero esperar a enviártelo mañana, aunque sé que mañana no lo haré, porque intentaré ser más racional y coherente y hacer lo correcto. Te quiero. Quiero saber cómo sería tu festival con tus artistas favoritos.
4/12 Que no te escriba cada día no significa que no piense en ti cada día. Siento que me enfadé con él aquel día de fiesta sin motivo, el motivo es que él no es tú. Pienso, por un lado, que encontrarás a alguien y me cambiarás. Por el otro, siento que no encontrarás nunca a nadie que encaje tanto contigo. No se me ocurre nadie que me vaya a seguir en bici hasta Santa Cándida para saltar desde las rocas a una agua verdosa. Solo tú.
5/12 Tengo ganas de un viaje por Europa con frío, pero a la vez no me gusta porque me trae recuerdos de nuestros primeros viajes, aprovechando cada festivo que teníamos. Nos veo en Bélgica, cogidos de la mano siempre, tú llevándome el desayuno a la cama en esa habitación con ventanales enormes. El año pasado fuimos a Bolonia en las mismas fechas, cada uno por su lado. No quiero hacer más viajes así.
6/12 Me da miedo tener que enfrentarme al momento del día en que te escribo porque me doy cuenta de que no seré capaz de superarte nunca. Y también porque hay cosas que no quiero contarte. Tengo miedo de que llegue enero y te vayas a Colombia y celebres tu cumpleaños y seas tan feliz allí que decidas quedarte sin siquiera darme la oportunidad de acompañarte.
7/12 Me entran ganas de llorar mientras hago la cama del piso de abajo. No me gusta pensar que otra persona dormirá en nuestra cama. Veo el pastel animado cogiendo polvo en la repisa de una estantería y recuerdo lo felices que éramos cada vez que mi madre encendía el botón del ON y el pastel cantaba y bailaba. Se lo regalaron sus amigas por su 40° cumpleaños. Mientras coloco bien la funda de la almohada, me lamento al pensar que el tiempo no frena, que nunca podré recuperar los momentos que se quedaron en el pasado. Aunque no te lo creas, en el baño aún estaba hasta hace un par de meses tu cepillo de dientes dentro de la caja de cartón de Colgate donde lo dejaste.
8/12 Yo colocaba la palma de la mano en forma de cuenco y tú encajabas tu mejilla allí, era tu refugio. Se me había olvidado que entonces te llamaba con nombres muy diferentes como mandarina. Mi mandarina. Echo de menos cuando aprovechábamos cada momento que teníamos a solas para abrazarnos y besarnos, cuando mis padres o mis hermanos salían del salón.
9/12 Echo de menos volver del baño y encontrarte en la mesa del bar con un par de cervezas nuevas cuando habíamos dicho que volvíamos a casa. Me gustaba lo imprevisible que era todo contigo.
10/12 Sueño que follamos y, cuando despierto, noto todavía más tu ausencia.
11/12 Los días en los que me siento feliz, por la noche me entra la tristeza porque no me merezco tener una vida feliz mientras tú lo estás pasando mal. Quiero estar como tú estés.