¿Cadena alimenticia o cadena de esclavitud?

Por Luistovar

En esta nota me gustaría exponer dos ideas. 
La primera es que considero que no es empírcamente correcto decir que "el ser humano está en la cima de la cadena alimenticia" o que comemos animales debido a alguna supuesta cadena alimenticia que nos condiciona a ello. 
La segunda —directamente relacionada con la primera— es que ese hecho en ningún caso justifica moralmente nuestra explotación de otros animales.
Mis razones para haber llegado a tal conclusión son las siguientes:
Primero; los animales catalogados biológicamente como depredadores naturales [leones, tigres,...] y como parásitos [mosquitos] se sitúan por encima de nosotros en la red trófica: en el estado natural ellos se alimentan de nosotros y no al contrario. No estamos objetivamente en la cima de ninguna cadena o pirámide alimenticia natural.
Tal y como revela la revista Scientific American acerca de un estudio sobre el nivel trófico en que se sitúan los seres humanos:
"La investigación, dirigida por Sylvain Bonhommeau, del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar, estima que el nivel trófico promedio de la población mundial era de 2,21 en 2009, lo que nos ubica en la misma categoría de otros omnívoros como los cerdos y las anchoas. De hecho, «estamos más cerca de los herbívoros que de los carnívoros», dice Bonhommeau. «Ello cambia nuestro prejuicio de que somos depredadores superiores»."
Por tanto, desde un punto de vista puramente científico, carece de sentido creer que somos "la cima de la cadena alimenticia" o que estamos involucrados en alguna inercia que nos obliga a comer animales. Los humanos somos omnívoros, lo que quiere decir que podemos obtener los nutrientes tanto de vegetales como de animales, y no que estemos obligados a comer ambos.
Segundo; apelar a la "cadena alimenticia" como argumento presupone que nuestra conducta alimenticia en un hecho natural, obligado e inamovible. Sin embargo, nuestra explotación sobre los demás animales para servir de comida se sostienen en ideas, hábitos y costumbres que son culturales y que se pueden cambiar a voluntad. Como bien aclara Igor Sanz:
«La cadena alimenticia en la que nosotros participamos la hemos creado nosotros mismos, así que, más allá de nuestro propio egoísmo o algún extravagante apego emocional, ¿qué impedimento podría encontrar alguien para su modificación?»
El hábito de comer es natural pero nuestra práctica de comer animales es cultural. La naturaleza no nos ha dispuesto con apéndices naturales para la depredación, ni nos ha proporcionado las armas, las granjas y los mataderos que usamos para explotar a otros animales. Todo esto lo creamos nosotros; son herramientas y artificios culturales. Los humanos decidimos hacerlo porque nos convenía pero no porque necesitemos hacerlo o porque estemos obligados a ello por naturaleza.
Desde un punto de vista moral, lo que otros animales hagan no es ni puede ser un criterio de conducta para nosotros. Desde el punto de vista biológico, millones de seres humanos en todo el mundo vivimos saludablemente sin comer animales. Así lo señala el profesor Gary Francione:
«El que los animales coman a otros animales es irrelevante. ¿Por qué debería importar que algunos animales coman a otros animales? Algunos animales son carnívoros y no pueden vivir libremente sin comer carne. Nosotros no entramos en esa categoría; podemos vivir sin comer animales, y cada vez más gente reconoce que nuestra salud y el medio ambiente se beneficiarían de una dieta sin productos de origen animal.»
Los humanos no necesitamos comer animales para vivir y estar saludables.
Todo esto demuestra que esa supuesta idea de una cadena alimenticia en la que domina el ser humano desde su cúspide es meramente un producto ideológico —una ficción— y no refleja la realidad moral ni natural. Es parte del adoctrinamiento que nos inculcan desde la infancia para intentar hacernos creer que somos "superiores". De la misma manera que se adoctrina también en el racismo y el machismo.
Los demás animales son seres dotados de sensación y, por tanto, de conciencia. Los humanos somos animales y no somos diferentes de otros animales en esta característica. Somos iguales en lo que se refiere al único requisito necesario y suficiente para ser incluido como miembro de la comunidad moral: la sintiencia.
Además de ser iguales empíricamente en el hecho de que sentimos, también lo somos en lo que se refiere a la consideración moral. Los demás animales son individuos que tienen los mismos intereses básicos que nosotros y no hay razón que justifique ignorar o menospreciar esos intereses frente a los nuestros, dado que son los mismos intereses.
En definitiva, no hay ninguna cadena alimenticia que nos obligue a comer a otros animales. Los seres humanos podemos vivir saludablemente sin utilizar a otros animales de comida. Por tanto, no existe ningún hecho que nos conduzca necesariamente a comer a otros animales. Nosotros podemos elegir.
No comemos animales debido a ninguna supuesta "cadena alimenticia" que nos obliga a ello sino solamente debido a la errónea y falsa idea de que el ser humano es dueño de los demás animales y tiene derecho a someterlos y usarlos para su beneficio.