En nuestra visita más reciente éramos ochos y pudimos probar más platos. De entrantes unas rabas, ensalada de tomate con atún y unas croquetas muy jugosas, casi líquidas.
De carnes Steak Tartar y cochinillo confitado que perdía un poco con la preparación y la salsa... ¡no se le puede hacer eso a un cochinillo!
También probamos un arroz de perdiz, contundente plato con un sabor demasiado fuerte, toque a caza de la perdiz con demasiada acidez.La cuenta subió en esta ocasión a 50€/PAX. Los platos tienen un precio medio de 25/30€ pero luego se encarece mucho la bebida (5,2€ el agua o 4€ los refrescos) y los postres 9,20€ un souflé de chocolate o 7,5€ un helado. Lo acompañamos con una botella de vino Albariño Santiago Ruiz (29,5€)El servicio se ha venido abajo y posiblemente es lo peor del local ahora mismo. Es despistado, desorganizado y olvidadizo. Las bebidas del aperitivo llegaron tarde y mal, los aperitivos llegaron ya con la comida en la mesa y hubo comensales que no tuvieron el suyo. El vino también llegó tarde y cuando pedimos la segunda botella, un buen rato después y ya con todos los platos acabados, vinieron a decirnos que no quedaba. Una verdadera lástima porque uno de los mejores alicientes del local era el servicio pero ahora es menos profesional y ha perdido la elegancia que tenía.Aún así merece la pena comer en un local con pedigree en pleno centro de Madrid y con la clase de los cafés de antaño.