Hamid al-Amidi, logotipo de la compañía egipcia de teatro Ukkasha
La grafía árabe, inverosímilmente dúctil, variable y adaptable es, en mi opinión la que mejor expresa la idea de caligrama, como combinación o expresión gráfica del Lenguaje. Los caligramas, es decir, las caligrafías con forma de animales, personas, jarrones, etc., se encuentran también en las caligrafías china y japonesa, y en menor medida en la occidental. Mientras que las bellas caligrafías orientales tienen un fundamento ideográfico, la escritura árabe es silábica, con un alfabeto (alifato en árabe) de 28 letras o caracteres, similares a los latinos, pero con la importante diferencia de que en árabe las letras se unen entre sí, cambiando de forma. El hecho de que éstas puedan alargarse, expandirse o curvarse de infinitas maneras le da una plasticidad única en el conjunto de las caligrafías, además de una variedad ilimitada, conservando, si se desea, la legibilidad del mensaje, y adecuándose, también, a un inacabable número de estilos caligráficos desarrollados a través de la historia. Añádase a ello, además, la nutrida puntuación de la mayoría de las letras árabes y los caracteres auxiliares de esta escritura, los cuales, siendo optativos, permiten adornar la composición a gusto del artista. La caligrafía árabe incorporó materiales, como la tinta y el papel, de la china, y desarrolló una rica tratadística caligráfica en la que se también se dan pautas, al igual que en la china y japonesa, sobre cómo preparar el soporte, la tinta, el cálamo (o el pincel), y la posición, concentración, respiración, ambiente, etc., del calígrafo. En las caligrafías orientales el paisaje y el pincel son protagonistas esenciales, mientras que en la árabe e islámica lo esencial son los movimientos del cálamo (verticales, horizontales, curvos, expansivos, entrelazados…) y la puntuación, así como también los ornatos vegetales de la propia letra o de los vacíos en los que se desenvuelve. El lenguaje, la más compleja forma de lo humano, tiene en la lengua árabe uno de sus más preciosos tesoros, debido a la peculiar y hermosa estructura generativa de las palabras, a su sonoridad e inagotable variación y vivacidad de su grafía, y, por supuesto, al cuidado con que muchos pueblos cultivaron el hermoso jardín de esta lengua y lo hicieron florecer a través de los siglos. Cabe recordar que los tres elementos esenciales del arte islámico son: -La caligrafía, que con frecuencia tiene terminaciones vegetales que la conectan con antiguas grafías mesopotámicas con sentido de fertilidad. -La geometría, que indaga y expresa el orden matemático, cósmico a la vez que infinito del universo, en el que la luz se multiplica en la belleza rutilante de la policromía. -El ataurique, es decir, los exquisitos diseños vegetales que animan la imagen del jardín-paraíso en todos los soportes y artes. JoSe MiGuEL Puerta. aRABiStA José Miguel Puerta Vilchez, es Licenciado en Historia del Arte y Doctor en Filología Árabe. Actualmente desarrolla su actividad como Profesor Titular del Dpto. de Hª del Arte de la Universidad de Granada. Es autor de varios libros como La aventura del cálamo. Historia, formas y artistas de la caligrafía árabe (Granada, 2007).