En momentos tan delicados como los que nos está tocando vivir con la crisis del coronavirus, la mente humana necesita cambiar de registro y relajarse durante unos minutos. Les propongo un pequeño compendio sobre las curiosidades de algo que todo el mundo hacemos: tirarnos pedos. Les prometo que no leerán guarradas escatológicas en las próximas líneas.
- La palabra “pedo” es considerada como una palabra vulgar y por ello, la sociedad acepta como políticamente más correcto hablar de flatulencia. Como palabra, pedo nació en el año 1632 y se acuñó como ventosidad que se expele del vientre por el ano. Hasta la definición resulta vulgar.- Una persona adulta puede expulsar hasta dos litros de gases diarios a través de sus pedos. La media de ventosidades es de 10 y con ellas se podría llenar un globo grande de cumpleaños. ¡Más de 3.000 pedos anuales!- Pero no se alarmen porque la práctica totalidad de las flatulencias son inodoras: el 99% no huelen. Esto lo sabemos gracias al ímprobo trabajo de dos informáticos de la Universidad de Cornell que construyeron una máquina para medir la repugnancia de los olores.- La altura tiene mucho que ver en el tema. No. No es que las personas altas se tiren más pedos. Tiene que ver con la altura a la que nos encontremos: a nivel del mar, una persona genera unos 15 diarios; a 7.000 metros de altura la cifra aumenta hasta los 130. - Precisamente el aumento de pedos con la altura es lo que preocupa a las compañías aéreas. Por ello, utilizan filtros de carbón activado en el aire acondicionado para absorber los olores y sirven comida a bordo que contiene pocas fibras y muchos carbohidratos, una combinación que facilita la digestión. - Otro aspecto de la física que condiciona nuestros pedos es la temperatura. Cuando más caliente es la temperatura ambiente, mayor es su velocidad de dispersión y, en algunos casos, más huele.- Cualquier oportunidad es buena para hacer negocio. La empresa Shreddies puso a la venta hace unos años una línea de ropa capaz de neutralizar los malos olores de las flatulencias. Concretamente revolucionó el mercado con unos pantalones de pijama y unos vaqueros capaces de filtrar los olores gracias al Zorflex, un material de carbón activado que ayuda a que la prenda pueda filtrar unas 200 veces la “fuerza” de los gases. Además, el carbón se reactiva cada vez que se lava la prenda.