Lo primero que llama la atención es el reparto de secundarios, compuesto por auténticas primeras figuras que, de entrada, no se dejarían engatusar por un papel como el que tienen en Chef: ni Scarlett Johansson, ni Dustin Hoffman ni Robert Downey Jr. parecen del todo aprovechados o a gusto (en el caso del último se nota que es una cuestión de reciprocidad y agradecimiento por la saga Iron man). Lo segundo el apoyo de coprotagonistas consagrados o en pleno auge (como John Leguizamo o Sofía Vergara); y lo tercero el convencimiento íntimo de que Twitter ha financiado el filme directamente o a través de alguna compañía interpuesta, puesto que antes que cualquier cosa parece un tutorial ficcionado sobre las posibilidades de esta herramienta social.
Así que, como aperitivo, abundantes y apetitosas escenas de cocina, con ese montaje analítico --una técnica que los estadounidenses dominan como nadie-- que descompone la preparación de cualquier plato, un valor seguro para enganchar al espectador. De segundo: una historia de caída y auge, de talento insobornable aderezada con niño y exesposa irreal junto con amigo incondicional. De postre, un repertorio turístico y gastronómico de algunos lugares emblemáticos de Estados Unidos tratados como si fueran revelaciones al margen de las guías turísticas. Y para amenizar la sobremesa, unas gotitas de multiculturalidad, representada por la cocina cubana, quizá con el objetivo de aportar algo de sofisticación, de transmitir una imagen abierta y cosmopolita de un país que en la pantalla suele aparecer sospechosamente plano.
En definitiva, Chef se consume sin problemas y se digiere con menos sorpresas (excepto las que proporciona el entretenimiento puro y duro). Cine fácil y amable que intenta abrir nuevas perspectivas y temas al género cinematográfico por excelencia (aunque sólo sea por sus innegables rendimientos en taquilla): el familiar.