Capítulo 18: Sidney, la ciudad de la despedida

Publicado el 02 octubre 2016 por Packandclick

Parece mentira que esta aventura, que tantos meses me llevó planificar en su día, haya llegado a su fin.

De hecho, estoy escribiendo este penúltimo post (tengo pensado compartir Epílogo) desde la comodidad de mi casa.

Es una entrada a posteriori porque, entre otros motivos, los cinco días que pasé en Sidney se fueron volaron.

Mi cuerpo estaba acusando el cansancio que supone visitar 12 países en dos meses; cambios de clima, horarios y hasta cuatro estaciones en muy poco tiempo.

También me pudo el sueño y es que, a pesar de disponer de mi propia habitación, el piso de arriba del hostal en que me hospedaba decidió montar una fiesta de los 90 y estuvieron armando bulla hasta las 5 de la madrugada.

No fue mi mejor comienzo, algo que me dio mucha rabia porque tenía tantas ganas de explorar y disfrutar de Sidney, mi ciudad deseada.

Te voy a contar una historia para que entiendas por qué esta ciudad es tan especial para mí y por qué quería terminar en Sidney mi aventura por el mundo.

Empecé a aprender inglés a la temprada edad de 4 años y medio. Mis padres consideraron en su día que hablar inglés me abriría puertas en un futuro y bueno, qué te voy a decir al respecto, probablemente ésta fuera una de las mejores decisiones que mis padres tomaron por mí.

La academia en la que estudiaba inglés tenía un programa de correspondencia -sí, hubo una época en la que se escribían cartas- con personas de otros países. Cuando tenía unos 12 o 13 años, me tocó intercambiar cartas con una chica de Nueva Gales del Sur, en Australia. Su nombre es Glenda y mantuvimos contacto durante más de una década.

Cada tres semanas recibía una carta suya. En sus misivas me hablaba de la vida en Australia, de su día a día, me corregía las cartas que escribía yo (aprendí mucho inglés gracias a ella) y me enviaba fotos que mostraban cómo era la vida en la otra punta del mundo.

Avanzamos hasta el año 1996, cuando mis padres compraron el primer ordenador con Internet.

Sí, llevo 20 años conectada a la World Wide Web ;-).

Para mí, disponer de Internet en casa fue todo un descubrimiento. No se existía Google y Yahoo por aquel entonces era un directorio con bastantes limitaciones. Pero gracias a este portal y a otro buscador llamado km0.com pude indagar acerca de Australia.

Me obsesioné con el país y más concretamente con su fauna única; sus koalas, canguros y osos perezosos.

Aún recuerdo el primer trabajo que realicé por ordenador, en el que hablaba de mi pasión por estos marsupiales.

Cierro los ojos y puedo ver la portada, con una fotografía de un koala, decorado con Word Art alrededor.

Con el tiempo, esa obsesión se disipó, pero la ilusión de visitar algún día este enorme país seguía vigente.

Por eso, sentirme tan físicamente agotada y no poder disfrutar como me hubiese gustado de mi primer día en Sidney fue un verdadero fastidio.

Pero le di rápidamente la vuelta a la situación. Y en parte fue gracias a las amistades que hice en la ciudad.

Casi por sorpresa, mientras me encontraba visitando la casa del Gobierno, conocí a un chico israelí llamado Idan, que a su vez me presentó a otros compatriotas llamados Manor y Amital.

Los cuatro plantamos cara al mal tiempo y disfrutamos de una tarde entretenida recorriendo las islas de Sidney.

Manor e Idan se fueron en un road trip, pero los días siguientes pude seguir conociendo a Amital.

El tiempo nos acompañó en las jornadas posteriores y así pudimos disfrutar de un paseo matutino por la playa surfera de Bondi, o de un día soleado en Darling Harbour, con atardecer y vistas espectaculares desde Mrs. McQuarie's chair.

Me despedí de Sidney con buen sabor de boca y con la certeza de que algún día volveré a Australia para conocer este gran país con más tiempo.

Ahora que escribo estas líneas desde mi hogar, me resulta extraño ver las fotos y echar la mirada atrá a lo que ha supuesto este viaje. Parece mentira que todo esto haya terminado. A veces siento que ha sido un sueño y que he despertado.

Pero, por ello, he pensado escribir un Epílogo a modo de resumen, en el que compartiré cifras, sensaciones y demás anécdotas acerca de este viaje.

¡Gracias nuevamente por tu apoyo y espero que te quedes hasta el Epílogo!

Espero que me acompañes en esta aventura por el mundo... Puedes seguirme en Instagram, Facebook o aquí mismo, ya que iré actualizando la bitácora cada tres o cuatro días.