Capítulo 6: Fascinada con Akbar y el imperio mogol de la India

Publicado el 21 agosto 2016 por Packandclick

La conmoción inicial que sentí nada más pisar tierra india ha ido desvaneciendo poco a poco, hasta tal punto en que las vacas, cabras y monos que voy encontrándome por el camino han entrado a formar parte de mi paisaje habitual. ¿Quién me iba a decir a mí que, en sólo una semana, todo esto que recientemente me parecía un caos descontrolado considero ahora casi hasta normales? Jamás lo habría pensado, créeme, pero la India y especialmente su gastronomía y exquisitos tés masala me están atrapando poco a poco.

Creo que en esa captura y conquista de mi corazón tiene mucho que ver el emperador Akbar y su gran imperio mogol.

Sabía de Akbar, en parte porque me gusta la historia, y también porque, para qué mentirte, he visto unas cuantas películas de Bollywood en los últimos años. Hace aproximadamente una década, salió una película muy exitosa titulada Jodhaa Akbar, protagonizada por Aishwarya Rai (considerada la mujer más bella del mundo) y Hritrik Roshan, y como era una película histórica, pensé que disfrutaría viéndola y así fue. Hasta la fecha, ésta es una de mis películas favoritas de Bollywood.

Aquí te dejo un vídeo de la película en la que Akbar empieza a enamorarse de su esposa Jodhaa:

¿Quién fue Akbar?

Akbar significa Grande en lengua árabe y por este seudónimo se le dio a conocer al tercer emperador mogol de la India, el más influyente y venerado por la sociedad india actual. ¿Por qué? En las líneas de abajo te lo explico.

El imperio mogol llegó a la India, procediente de Afganistán, a principios del s. XVI. Aprovechando las discordias que había entonces en el país, el imperio mogol (de origen turco) comenzó a invadir territorio hindustani. Fueron épocas duras para los indios, ya que el imperio que se estaba imponiendo era de fé musulmana y los indios, en su mayoría hindúes, vieron cómo sus culturas y costumbres peligraban ante la dinastía mogol.

El imperio siguió en auge, hasta que su tercer emperador Yalaluddin Muhammad, llegó a conquistar practicamente todo lo que hoy conocemos como el subcontinente de la India. Pero Yalaluddin Muhammad, Akbar, tenía un plan diferente a sus predecesores. Su objetivo no era dividir el país entre musulmanes, hindúes y cristianos. Todo lo contrario.

Algo que he aprendido estos últimos días es que Akbar era un líder con una mentalidad muy avanzada para su época. Quizá demasiado avanzada. Aunque era analfabeto, tenía un conocimiento amplio del mundo y, en especial, de las religiones. Era musulmán, pero Akbar no quiso que su fé fuera un impedimento en unir la India.

Como muestra de este interés por unificar el país, Akbar se casó con la princesa Rajput, Jodhaa. Fue un matrimonio de conveniencia que perseguía intereses políticos y estratégicos, pero la relación que Akbar y Jodhaa desarollaron a lo largo de los años permitió que el emperador no sólo entendiera mejor la cultura hindú sino que la respetase, permitiendo que su esposa no se convirtiera al Islam, y llegando a asistir las poojas (ofrendas) con Jodhaa.

Hoy en día la influencia de Akbar es palpable no sólo en la arquitectura sino también sociedad y cultura india. He podido constatar en los últimos días que los indios admiran y, me atrevería hasta decir que adoran, al emperador mogol.

Desde Nueva Delhi y hasta Jaipur, en el estado de Rajastán, he disfrutado viendo y fotografiando los fuertes y palacios que Akbar construyó bajo su imperio. Y no he podido salvo observar fascinada la ingeniosidad de este gran emperador en cada detalle de las fortificaciones que iba construyendo por el norte del país.

En una época en la que no había electricidad o las infraestructuras de las que disponemos hoy en día, Akbar demostró ser un genio levantando fortificaciones que le protegieran de sus enemigos y que, al mismo tiempo, ofreciese todas las comodidades necesarias para vivir una plácida vida de palacio.

En Rajastán, tierra de los reyes

Akbar se estableció durante un tiempo en la actual Rajastán, más concretamente en el Palacio Ambar, junto a la capital de Jaipur.

Desde lo alto del fuerte se puede divisar el territorio que en su día perteneció a esta dinastía. Rodeada de montañas, así como de una muralla de más de 8 kilómetros de diámetro que circunvala el territorio, desde el palacio Ambar se observa el crecimiento imparable de Jaipur, también conocida como la Ciudad Rosa.

La visita guiada por el Palacio Ambar me llevó media mañana, pero probablemente fue la que más disfruté de todas. Primero por su belleza y por el mimo con el que diseñaron cada milímetro de este palacio. Y, segundo, porque el guía disponía de los conocimientos necesarios para explicar cada una de las estancias del palacio. Aprendí tanto este día.

Jaipur es la ciudad que más me ha impresionado de la India hasta ahora. Hay algo diferente en la capital de Rajastán.

Sí, el bullicio sigue siendo constante, pero parece estar más controlado. Como si sus ciudadanos lo hubieran conseguido domar a lo largo de los años.

Los palacios y fuertes dotan a esta ciudad de un aire distinto a lo que vi en días previos en Delhi y Agra, donde también se puede encontrar arquitectura mogol como el Taj Mahal o la Tumba Humayun, dedicada al padre del propio Akbar.

La ciudad rosa ha hecho que vea la India con otros ojos, quizá porque lo vi todo de color de rosa ;-).

Babu, el astrólogo de la joyería

No podía cerrar el relato de hoy sin compartir una historia de carácter más humano. Ya sabes cuánto me gustan. En esta ocasión está dedicada a Babu, el astrólogo que conocí en una joyería a la que fui a comprarme un anillo.

Tras visitar el Palacio Ambar, existen las visitas obligatorias a establecimientos cercanos.

No me apasionan estas visitas, pero sabiendo que los guías reciben comisión y que el mío no aceptaba propinas, pensé que una forma de agradecer su excelente trabajo y, de paso, llevarme un recuerdo de Rajastán, era comprándome un anillo en la joyería.

Tras mirar varios modelos, me decanté por uno sencillo de plata, decorado con piedras preciosas. Se parecía a una alianza, y nunca está demás fingir que estás casada en determinados sitios.

Me encontraba esperando a que terminaran de pulir mi anillo, tomando un delicioso té masala, cuando observé que un señor iba y venía, iba y venía. Me observaba por un tiempo y volvía a desaparecer.

Hasta que decidió situarse frente a mí y decirme lo siguiente:

"Señorita, no he podido evitarlo, pero he visto la palma de su mano. Soy astrólogo y me gustaría hablar con usted."

A mí estas cosas siempre me han dado un poco de yuyu y no supe sino reaccionar de forma defensiva diciendo:

"¡Cómo que ha visto mi mano! No se la he enseñado."

"No hace falta, yo se la he visto mientras le mostraban los anillos. He visto las líneas en la palma de su mano. ¿Me permite que le hable un rato?"

No es que tuviera muchas opciones, la verdad. ¡Tampoco podía echar a correr!

"¿Cómo se llama?"

"Puedes llamarme Mai."

"Mai, deja de pensar tanto con la cabeza y empieza a escuchar más a tu corazón. Noto la ansiedad que llevas dentro de ti y con la que has cargado toda tu vida. No es bueno para la salud. Y esa ansiedad se debe, en gran medida, a que piensas demasiado."

Doy un sorbo a mi té. Sí, pienso demasiado las cosas y sí, me causan ansiedad. Más aún a raíz de un percance que tuve hace tres años.

Pero, por ello estoy realizando en parte este viaje, por primera vez estoy escuchando a mi corazón. He dado un salto al vacío al dejar mi trabajo y esa vida estable por... por sentirme viva.

"Me atrevería a decir que esa ansiedad ha afectado tus relaciones personales. Eres una persona simple, Mai. Seguro que tienes unas cinco camisetas y cuatro pares de jeans. ¿Me equivoco? No necesitas más. Y eres muy inteligente. Simpleza con inteligencia no son una buena combinación para ti, porque no te gusta quedarte en la superficie de las cosas y por eso, cuando inicias una nueva relación buscas un significado más profundo. Empiezas a analizar, a pensar y los hombres lo sienten y se alejan. Tú intentas acercarte más y ellos se alejan. ¿Es cierto?"

"Sí...", respondo con un hilo de voz. Ya no me queda más té para ocultar mi rostro tras la taza...

"Sé que quieres resetear. Empezar de cero. Por eso estás aquí. Pero para que este viaje sirva de algo, necesitas dejar de pensar tanto y debes confiar. Deja que tu corazón dicte tus decisiones."

Estoy reseteando y saliendo de mi zona de confort. A veces me da pavor, créeme. Pero en este viaje estoy dejando que mi intuición me guíe al 100%. He escogido hacer más caso a mis instintos y no a qué es lo que se supone que debería de estar haciendo en base a los estándares de esta sociedad.

Por ello, seguiré caminando por la India y el resto de los países que tengo previsto visitar, despojándome poco a poco de esas capas con las que me he cubierto y protegido a lo largo de los últimos años.