Capítulo XIX: Todo es mente

Publicado el 24 septiembre 2013 por Ibizamelian

Tras tan excelsa velada Rodrigo y Claudia se retiraron a descansar. Era cerca de la medianoche; no obstante, Carlos insistió en que nos quedáramos un rato más, invitándonos a pasar a la biblioteca. Allí podríamos charlar tranquilamente, sin que el sonido de nuestras voces llegara al dormitorio de sus padres.

Una gran ventana destacaba en la pared principal, iluminando el cuarto el fulgor de las estrellas. Las estanterías estaban repletas de multitud de libros, algunos aparentaban haber sido editados hacía siglos. Mientras tomábamos asiento en unos cómodos sillones, nuestro anfitrión abrió un pequeño cofre y sacó unos papeles. Acto seguido, con voz solemne nos dijo:

-   Cuando era aún un niño mi abuela materna me dio esto, porque, según ella, quizás algún día necesitara de su contenido. Aún oigo su timbre de voz cuando me susurraba que tal vez y sólo tal vez, llegaría el momento en que tuviera que demostrar que lo que siempre creímos no era cierto. Sino una fábula inventada para convertirnos en seres temerosos, que requieren de una perenne tutela externa.

Claudia era su nombre y se lo puso también a su hija, mi madre. Un espíritu sensible, lleno de misterios. Me comentaba que si éramos capaces de entender lo que habita en lo hondo de nuestra alma, contactaríamos con nuestro lado divino y un infinito saber se nos revelaría. Por tradición gitana, disponía de la pericia para leer las cartas del tarot. A menudo insistía en que me enseñase a interpretar los arcanos, pero ella me respondía que era simplemente un juego y que si quería obtener respuestas sólo dentro de mí las hallaría.

Estas hojas hablan de siete leyes escritas por el puño y letra de Hermes Trismegisto, el “Kybalion” lo denominan. La primera decreta que todo es mente. El antiquísimo zoroastrismo formado en el 1200 a.C., que se practica en la India e Irán, asevera que nuestros pensamientos han de ser acordes con nuestras palabras y actos. Lo mismo defendían los esenios, secta judía que apareció previa al siglo II a.C., de la que presuntamente provenían San Juan Bautista y Jesús. De igual modo afirmaba Ghandi, que practicaba el hinduismo: “La felicidad consiste en poner de acuerdo tus pensamientos, tus palabras y tus hechos.” Hoy a esto lo califican como inteligencia emocional, imprescindible para alcanzar nuestras metas, consiguiendo el equilibrio personal. Término en boga desde que el psicólogo estadounidense Daniel Goleman publicara en 1995 el “best-seller” que lleva el mismo nombre. Lo que ha suscitado una dantesca revolución en el mundo de la empresa y la docencia.

Por tanto, somos nosotros los que creamos nuestro mundo y de nosotros depende cambiarlo. Porque en base al axioma de causa y efecto, aquello de lo que estamos convencidos en nuestro interior termina manifestándose en el exterior. De tal manera que lo que hagamos nos volverá multiplicado, positiva o negativamente, en correspondencia con la primera acción. Al conformarnos de energía en continua transformación, que afecta, nos lo propongamos o no, a nuestro entorno.

Además estos documentos, legados por mis zíngaros ancestros, explican que para que se produzca la Tercera Gran Reforma el hombre tendrá que cultivar cuerpo, mente y espíritu. Exclusivamente de este modo alcanzará la auténtica liberación. Para los antiguos egipcios el proceso iniciático seguía unos pasos. La dominación de esta técnica permitía entrar en contacto con la parte divina que alberga cada ser humano. En la India lo definen como el despertar del kundalini yoga. En el cristianismo encontramos, por ejemplo, las experiencias místicas de Santa Teresa de Jesús. Quien describía el éxtasis como: “Acá no hay sentir, sino gozar sin entender lo que se goza.” Siempre se representa a los Santos del catolicismo con un halo de luz sobre su coronilla, que coincide con la apertura del séptimo chakra o centro energético del hinduismo.

Pues en palabras de Ghandi: “Lo mismo que un árbol tiene una sola raíz y múltiples ramas y hojas, también hay una sola religión verdadera y perfecta, pero diversificada en numerosas ramas, por intervención de los hombres.” Si prestamos atención a esta sentencia de Ghandi, si todo atañe a una verdad primigenia, si la divinidad está en nuestro yo más profundo, cosa que alegó también Jesús y recogió Tomás en su Evangelio, esto significaría que de expandirse tal creencia las instituciones religiosas tal como las concebimos actualmente se tambalearían. O más bien deberían transformarse en lo que fueron en sus orígenes, maestros que instruían al resto en el conocimiento liberador. Empero, con ello perderían todo poder sobre la población. Suceso que vaticinaba Nostradamus a través de los dibujos de su libro perdido y que repentinamente se halló en 1982 en la Biblioteca Nacional de Roma. Momento que acontecerá, en base a la profecía toledana, cuando las Cuevas de Hércules sean por tercera vez profanadas.

Precisamente de esto hablan los papeles que Don Fadrique entregó a Doña Blanca de Borbón, la “Heka” de los egipcios. Siendo la “Orden Rosacruz” la que rescate esta doctrina en el Renacimiento. Haciéndose otro intento en el Romanticismo. Y si no me equivoco el CLER no sólo quiere un programa político, sino que aspira a una absoluta regeneración que abarque la mente, el cuerpo y el espíritu. La liberación total. Porque parafraseando nuevamente a Ghandi: “No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna.”

Herejía lo llamarán algunos, de antisistemas seremos señalados por otros. Ya que no hay que despreciar las fuerzas del poder establecido. El miedo que genera lo desconocido. Mas si diseñamos una impactante carta de presentación para Centro Liberal Español y Reformista, el mensaje encriptado pronto será escuchado. Otros análogos movimientos, que hasta ahora han permanecido escondidos pero activos o en estado durmiente, sin duda percibirán el reclamo.”