No lo termino de entender. Acabáis vuestra carrera y estáis deseando lanzaros a la profesión. Claro que sí. Pero en vez de buscar vuestros propios clientes preferís entrar a trabajar en un estudio ya consolidado, y mucho mejor si puede ser en el de un arquitecto de prestigio. Me parece muy bien. En principio se supone que cuanto mejor sea ese estudio más y mejores trabajos hará, y por lo tanto también ingresará más dinero y pagará mejor a su gente. Estupendo.
Ah, que al parecer eso no es exactamente así. Que al parecer muchos jóvenes trabajáis gratis por tener la oportunidad de aprender.
¿Y qué es lo que queréis aprender, que se trabaja gratis?
Sabéis de sobra. No necesitáis aprender. Y, desde luego, no tenéis que aprender a preparar cafés o a hacer fotocopias.
Y si os piden ya de entrada un nivel alto de 3D y os ponen a hacer renders como locos, ¿qué es exactamente lo que os enseñan?
Como os aprecio y os veo casi como un padre os voy a enseñar lo más importante, lo único que debéis saber para siempre: EL TRABAJO SE COBRA.
Eso es lo que diferencia a un profesional de un aficionado, y nosotros somos profesionales, coño. La arquitectura es un trabajo, y los trabajos son hechos por profesionales.
Por favor, copiádmelo cien veces con pluma de ganso y hermosa tinta roja de cochinilla, y también con la mejor caligrafía de la que seáis capaces:
Hala, por mí ya habéis aprendido todo lo que teníais que aprender. No olvidéis esto nunca. Y ahora a volar. Buena suerte.
Ya puesto, dejadme insistir: El trabajo no se cobra tan solo para comprar un cómic o invitar a vuestros amigos a una caña. Quiero decir que tampoco vale ni es profesional depender de los padres y hacer de vez en cuando un trabajillo por el que se cobra una miseria. No: El trabajo se cobra para poder vivir de él, para poder mantener a los hijos, para ir formando un buen fondo de pensiones, para comprar un coche y una casa, para tomarse un mes de vacaciones cada año, para subsistir mientras estáis enfermos y no trabajáis, para ahorrar, para comprar ropa, para hacer algún viaje... Ya digo: Somos profesionales.
No digo que tengamos que conseguir todo esto a la primera, pero sí que nuestras miras estén orientadas a ello, no a trabajar sólo por las risas.
Hay que pagar la cuota del colegio, y la del seguro, y el teléfono, y la comida, y el alquiler o el recibo de la hipoteca... y todo eso cuesta mucho dinero. No regaléis vuestro trabajo. Vuestro trabajo vale también mucho dinero.
(Por cierto: Los jóvenes soléis indignaros mucho por lo carísimas que resultan las cuotas mensuales de la Seguridad Social para los autónomos. No os engañéis: Pagáis la cuota mínima, la que no os da derecho a casi nada. Tenéis que pagar muchísimo más si queréis algo, o si no os fiáis de la caja de las pensiones tenéis que empezar ya mismo a hacer la vuestra, y eso supone un verdadero dineral).
Vamos a suponer que estáis como becarios gratuitos o semigratuitos en un estudio de arquitectura de un arquitecto de medio pelo, normalillo, profesional como yo, por ejemplo. ¿Qué os puedo enseñar? Nada. La mala conciencia y el colmillo retorcido que tengo no se enseñan; ya los sacaréis vosotros con la edad. Y los trámites colegiales o municipales se aprenden a base de cagadas, y tenéis que tener las vuestras, y nunca se terminan de aprender. (Llevo treinta y dos años de profesión y la sigo cagando).
¿Qué vais a aprender de alguien como yo? ¿A bajaros los pantalones ante un cliente? Primero: No os voy a llevar a las reuniones con los clientes para que veáis cómo me los bajo, y segundo: Los pantalones ya os los bajaréis de manera natural cuando se tercie; no es algo que haya que aprender.
No, no os interesa regalar vuestro trabajo a alguien como yo. Así que mejor vamos a ver qué pasa en un estudio de prestigio. Ahí sí que mola, ¿verdad?
Bueno, pues lo que pasa en un estudio de prestigio es que hay tantos aspirantes a trabajar gratis que no caben todos y se selecciona a los mejores. ¿Os han seleccionado? Enhorabuena. Señal de que sois muy buenos. Seguro que hacéis unos 3D fabulosos, unas maquetas de escándalo. Seguro que tenéis un expediente académico buenísimo, diseñáis con gran finura y habláis inglés muy bien, y también sabéis calcular estructuras, o instalaciones de aire acondicionado, o tenéis alguna otra especialización similar.
¿Me podéis decir entonces por qué narices trabajáis gratis?
¿Qué os va a enseñar el gran genio? Nada. Participaréis en cuarta fila en grandes proyectos cuya gran idea de diseño se le ha ocurrido a él, al genio. Y eso no se enseña. ¿O me podéis decir un par de docenas de geniales taliesinitos o corbusitos? Y si la gran idea se os ocurrió a vosotros entonces la cosa es bastante peor.
Algunos trabajáis gratis en un gran estudio preparando un concurso, y si se gana ya hablaremos. ¿Por qué no os presentáis por vuestra cuenta y si lo ganáis ya hablamos todos?
En algunos concursos se pide experiencia, solvencia, etcétera, y un arquitecto novato no cumple los requisitos. Vale, asociaos a un estudio fuerte, pero negociad esa asociación. No sois carne fresca. No sois esclavos.
Tampoco digo yo que tengáis que ir fifty/fifty. A lo mejor vale sixty/forty, o incluso seventy/thirty, pero nunca ninety-five/five ni hundred/potato-zero.
En todo caso, os lo vuelvo a repetir: ¿Qué sacáis en claro trabajando gratis para un gran arquitecto? ¿Lo vais a ser vosotros? ¿Aspiráis a eso, como en las novatadas de la mili: Voy a aguantarlas como pueda que ya me llegará a mí el momento de hacerlas? ¿De verdad pensáis así?
Si sois becarios en el estudio de un gran arquitecto no vais a tener acceso a los clientes, a vuestros propios encargos, y si trabajáis gratis o casi gratis no vais a prosperar en ese estudio: Cuando estéis ya tostados por las dos caras os sustituirán por otro y os dejarán en la cuneta, contando con los dedos la gran cantidad de conocimientos que habéis adquirido en ese antro.
Tened clara una cosa: Esa actitud de las becarías gratuitas supone una humillación y una falta de respeto por sí mismo. Es mil veces más digno, más profesional y más íntegro salir a la calle y hacer certificados de eficiencia energética, proyectos de porches y piscinas, tasaciones, informes, y hasta, de vez en cuando, un chalecito con arcos de ladrillo y columnas de granito.
En fin. Ya sé que no es fácil. ¿Y quién soy yo para dar consejos? Haced lo que podáis. Si creéis que necesitáis una temporada en un estudio para rodaros un poco hacedlo. Ya os digo que no os hace falta, pero si lo creéis necesario adelante. Pero, por mera justicia básica, deberíais obtener al menos lo mismo que dais. Y no vale que obtengáis buen rollo y un ambiente agradable, porque vosotros mientras tanto estáis dando vuestro trabajo y una pasta gansa.